Apenas Francisco se ha hecho presente en el aeropuerto de Erbil, capital de la Región Autónoma del Kurdistán cuyos orígenes se remontan nada menos que a veintitrés siglos antes de Cristo, ha saltado a la vista de todos nosotros que la de hoy va a ser una jornada de desbordante alegría popular.
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Casi un centenar de niños vestidos con coloreados atuendos populares y ondeando ramos de olivo le han dado una calurosa bienvenida apenas descendió del avión. Junto a esta bandada infantil y juvenil también le aclamaron unas docenas de representantes de la sociedad civil y religiosa kurda que lucían sus mejores galas.
En el mismo aeropuerto el Papa ha mantenido una breve entrevista con el presidente y el primer ministro de la Región Nechirvan Barzani y Masrour Barzani. En la pista ya le esperaba un helicóptero dorado a bordo del cual ha recorrido los ochenta y cinco kilómetros que le separaban de Mosul, capital administrativa del Gobierno de Nínive la ciudad ,según la Biblia, amenazada por Dios de destrucción si no se convertía y salvada gracias a la predicación del profeta Jonás.
Zona ocupada
Tanto Mosul como toda la región fue ocupada durante tres años (2014-2017) por las hordas del llamado Estado Islámico que la convirtió en la capital de su califato. Un trienio de locura y destrucción de la que se vieron obligados a huir medio millón de personas , de los cuales más de cien mil cristianos. Los que tuvieron más remedio que quedarse fueron testigos de asesinatos, torturas, asaltos, robos y otras atrocidades. Los bárbaros destruyeron no sólo iglesias y monasterios sino también museos y la biblioteca nacional en la que dieron fuego a decenas de miles de libros y manuscritos.
“Aquí en Mosul- dijo el Papa en sus palabras de saludo a la población- las trágicas consecuencias de la guerra y de la hostilidad son demasiado evidentes. Es cruel que este país, cuna de la civilización, haya sido golpeado por una tempestad tan deshumana con antiguos lugares de culto destruidos y miles de personas- musulmanes, cristianos, yazidies y otros – desalojadas por la fuerza y asesinadas”.
Multitud conmovida
En la Plaza de las cuatro Iglesias ( así llamada porque en ella estaban sitos cuatro templos cristianos) y ante una multitud conmovida, entre lágrimas de emoción, Francisco introdujo su oración de sufragio por las víctimas de la guerra recordando que “a nosotros no nos es lícito matar a los hermanos , hacer la guerra u odiar a los hermanos en nombre de Dios”.
“Señor Dios nuestro- así rezó el Santo Padre- en esta ciudad dos símbolos dan testimonio del deseo constante de la humanidad de acercarse a Tí : la mezquita Al Nuri con su almínar Al Hadba y la iglesia de Nuestra Señora de la Hora con su reloj que desde hace más de cien años recuerda a los transeúntes que la vida es breve y el tiempo precioso”.
Sanar corazones
“Enséñanos a comprender –añadió- que Tú nos han confiado tu designio de amor, de paz y reconciliación para que lo llevemos a cabo en el tiempo, en el breve desarrollo de nuestra vida terrena. Haznos comprender que sólo poniéndolo en práctica sin demoras esta ciudad y este país se podrán reconstruir y se lograría sanar los corazones destrozados por el dolor”.
“Te confiamos – concluyó- a aquellos cuya vida terrena se ha visto abreviada por la mano violenta de sus hermanos y te suplicamos también por los que han lastimado a sus hermanos y a sus hermanas que se arrepientan , alcanzados por la fuerza de tu misericordia”.
El acto terminó con dos actos simbólicos: la suelta de una paloma de la paz y la bendición de una cruz de tres metros de altura restaurada por tres cristianos después de haber sido quemada en 2016 en una iglesia de la localidad de Karamlech, al este de Mosul.