México

Misericordia y solidaridad marcarán el nuevo rostro de la Iglesia en México después de la pandemia

  • Agentes de Pastoral de diferentes diócesis del país participaron en el XXII Encuentro Nacional de Equipos de Animación Pastoral, donde analizaron los retos de la Nueva Evangelización en tiempos de pandemia
  • En entrevista para Vida Nueva, el coordinador del encuentro, el sacerdote Eusebio Rivero, habla de cómo se vivió este evento en la Diócesis de Teotihuacán





La Diócesis de Teotihuacán en México fue sede del XXII Encuentro Nacional de Equipos de Animación Pastoral, que se llevó a cabo del 23 al 25 de febrero de 2021, y en el cual participaron de manera virtual obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos.



En entrevista para Vida Nueva, el sacerdote Eusebio Rivero Flores, coordinador del encuentro, aseguró que se trató de una experiencia enriquecedora no sólo como Iglesia Particular y como Provincia Eclesiástica de Tlalnepantla, sino para todas las diócesis del país que participaron.

El sacerdote dio gracias a Dios por haber podido coordinar este acontecimiento eclesial, recién salido de su crisis de salud por Covid-19; “el evento me daba esperanza y fuerzas para llevar a cabo el compromiso a favor de la Nueva Evangelización, afrontando la nueva realidad que nos generó esta pandemia a nivel mundial”.

Consideró que se trata de un momento privilegiado para todos, pues “es un ‘kairos’; es decir, un tiempo de Dios para que, como Iglesia, demos respuesta juntos a los nuevos desafíos que nos toca vivir en esta segunda década del segundo milenio”.

PREGUNTA.- ¿Cuál fue el objetivo principal del encuentro?

RESPUESTA.- Generar un ambiente de apertura, participación fraterna, alegre y dinámica, a través del diálogo en diferentes plataformas digitales y en grupos interactivos, donde los participantes se concientizaran ante la nueva realidad, conocieran “las Iglesias de Casa” como una propuesta pastoral, y reconocieran y asumieran las plataformas digitales como lugares privilegiados de evangelización, a fin de responder con caridad creativa a los desafíos y retos de los nuevos paradigmas y megatendencias que afrontamos como Iglesia.

Nuestra justificación está basada en el número 42 del Proyecto Global de Pastoral 2031-2033 de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

Experiencias pastorales desde la pandemia

P.- Aproximadamente, ¿cuántas personas participaron y de cuántas diócesis?

R.- Contamos con una asistencia total de 123 personas en nuestra sala de conferencias, en YouTube 1,300 visitas y en Facebook entre 230 personas y 480. Somos conscientes de que lo importante no es el número de quienes nos visualizan, sino el impacto con el que los cristianos de este tiempo podemos incidir y ser testigos de esperanza en un mundo plural que se mueve a través de las redes sociales, siendo tejedores de redes de comunión y participación en esta nueva realidad que nos toca vivir.

Las diócesis participantes fueron 12: Saltillo, Ciudad Valles, Ciudad Altamirano, Papantla, Tampico, Tepic, Tehuacán; de la Provincia de Tlalnepantla asistimos las diócesis de Izcalli, Ecatepec, Nezahualcóyotl, Valle de Chalco y nuestra Diócesis de Teotihuacán, que fue la anfitriona.

P.- ¿Básicamente en qué consistió el encuentro?

R.- Quisiera platicarte un poco, a modo de reseña, lo que fuimos compartiendo y que se fue convirtiendo en un indicativo de lo que fuimos concluyendo cada día, aprendizajes que se han convertido en compromisos para llevar a cabo en las diócesis participantes.

Comenzamos con un nexo del encuentro anterior que llevamos a cabo en la Diócesis de Ciudad Altamirano, en el estado de Guerrero, donde compartimos con las demás diócesis nuestras experiencias de cómo se vive y se expresa la Espiritualidad de Comunión y la Santidad.

En un primer momento, monseñor Guillermo Francisco Escobar Galicia, obispo de Teotihuacán, nos dio un saludo de bienvenida, manifestando la importancia y lo inédito de este encuentro, al expresarnos que, aunque se sugería desde la CEM y el CELAM la posibilidad de llevar a cabo encuentros regionales y provinciales por los medios electrónicos, debido a los gastos y el problema de transportación de los participantes.

El valor de la iglesia en casa

Posteriormente, se nos introdujo para compartir nuestras experiencias pastorales desde los sentimientos provocados por esta pandemia, y cómo ha impactado nuestras vidas de modo personal y pastoral. Se compartieron las reacciones sociales y pastorales (positivas y negativas) sobre las actividades significativas de cada Equipo Diocesano de Animación (EDAP) y sobre los aprendizajes obtenidos en este tiempo.

Un planteamiento crucial fue éste: ¿sentimos que la esperanza creativa se ha despertado en nuestras acciones para abrir paso al Evangelio ante la tribulación? Dando paso a lo retos que hemos de afrontar como Iglesia y ciudadanos de este mundo.

P.- ¿Qué temas se abordaron en el encuentro?

R.- Los temas compartidos durante este encuentro fueron los siguientes: “Megatendencias y nuevos paradigmas”, a cargo de monseñor Juan Armando Pérez Talamantes, obispo auxiliar de Monterrey.

Nos explicó que lo que conocemos como megatendencias, que dirigen el caminar de nuestra historia al comienzo del siglo XXI, son un marco referencial que nos ayuda a comprender el rumbo de las sociedades hacia una hermenéutica de los hechos, para interpretarlo desde nuestra visión cristiana.

Padre Eusebio Rivero y su Equipo Diocesano de Animación Pastoral

Las tendencias económicas, políticas y sociales que ha traído la globalización han sido contundentes, nuestra Iglesia del siglo XXI no puede desconocer estas transformaciones, y es una responsabilidad histórica para responder con fidelidad desde los valores del Evangelio.

Otro tema fue una “Propuesta pastoral: Iglesias de Casa”, a cargo del profesor Víctor Hugo Escalante Gutiérrez, laico, de 62 años de edad; actualmente desempeña la función de Director Nacional de Evangelización 2000 para México, es integrante del Equipo Base de la Vicaría de Pastoral de Guadalajara, es Miembro del Equipo de Pastoral Urbana de México.

Nos invitó a retomar el valor de la Iglesia en Casa, situándonos en los valores con los que inició el caminar de nuestra Iglesia en el Nuevo Testamento: como comunidad de creyentes en torno a Cristo.

Acciones que dinamicen

Las experiencias fueron reflexión, confianza, revisión de la vida pastoral, confianza en Dios, gratitud de la salud, valentía a afrontar la realidad dolorosa de la vida, el despertar de la creatividad pastoral.

La experiencia compartida fue ésta: una vez pasado el primer golpe que desconcertó a todo mundo, ninguna iglesia se ha quedado con las manos cruzadas: quien más o quien menos le abre paso a la iglesia ante la tribulación, el acompañamiento compasivo, el uso de las plataformas digitales, cercanía virtual, alimento de la piedad popular.

Muchos generamos la formación en línea, Eucaristía ininterrumpida, la fraternidad sacerdotal se vio fortalecida ante las pérdidas, se propició una conciencia de nuestra precariedad humana y se alentó nuestra confianza en la providencia de Dios.

P.- ¿Algunos retos que hayan detectado?

R.- Sobre los reclamos que tenemos para el mañana se encuentran el que hay una deuda de amor ante tanto dolor, recordando las palabras de Jesús: “si el grano de trigo no muere, queda infecundo”. Hemos de asumir esta pandemia como sacrificio redentor que reclama una resurrección integral.

Estamos ante el origen de nuevos paradigmas que denuncian fuertemente el paso político, económico, social, cultural, y también formas pasadas de hacer pastoral, a una nueva manera de llevar a cabo los diversas acciones que dinamizan los procesos sociales, culturales y eclesiales que mueven la vida de nuestro pueblo.

Una fe profunda

Urge una Iglesia convocante, es preciso volver a congregar, a integrar, a restaurar el tejido social y eclesial, vigorizar el dinamismo misionero y requerimos hacer una revisión de los modelos pastorales. Desde nuestra metodología prospectiva requerimos revisar y actualizar nuestro Modelo de Situación y enfatizar elementos del Modelo Ideal y de Diagnóstico, para saber cuáles serán las tareas que emprenderemos de ahora en adelante en nuestras diócesis.

Además: rescatar, revalorar y dignificar a la familia como Iglesia doméstica, con una liturgia doméstica y con un sacerdocio doméstico; el lenguaje digital se debe asumir como nueva expresión de la Nueva Evangelización. Pasar de una fe mágica e infantil que se imaginaba que con una plegaria ocasional podría frenar el furor de la pandemia, a una fe profunda que aprenda a respetar el silencio de Dios y saber leer e interpretar de manera profética las lecciones de esta difícil situación.

Asimismo, en la vida pastoral tendremos que abrirle paso al ministerio de la sanación y de la consolación para sanar a una comunidad que se encuentra herida por diversos motivos; la misericordia y la solidaridad serán el nuevo rostro de una Iglesia después de la tormenta.

Hemos aprendido que las Iglesias que gozan de buena salud, con sólidas estructuras organizativas, procesos pastorales bien articulados y una espiritualidad de comunión consistente, son las que mejor han resistido el flagelo de la pandemia; necesitamos ser una Iglesia que aliente el discernimiento y la crítica de cara a la política, a la economía neoliberal, a la educación bancaria y del consumismo; y fomentar un gran respeto a la creación, respeto a la vida humana, consciencia de la solidaridad humana, como respeto del pobre.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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