La escritora Espido Freire reclama a la Iglesia “que nos trate como adultas de pleno derecho, como iguales, que no nos tutelen, para recuperar ese amor al prójimo que anunció Jesús sin ningún tipo de condicionamiento”. La ganadora más joven del Premio Planeta abanderó la primera edición del Foro PPC que giró en torno a la pregunta ‘¿Feminista y cristiana a la vez?’.
En el marco del Día Internacional de la Mujer, en este encuentro telemático moderado por Elena Magariños, participaron la historiadora Lucetta Scaraffia y la teóloga Carme Soto, las dos primeras autoras de la colección ‘Sofía’. Y es que este coloquio digital fue también la puesta de largo de este proyecto editorial pensado y escrito por mujeres.
“La experiencia del mensaje de Jesús choca con lo que después nos dicen que tenemos que pensar”, reflexionó Freire, que lamentó que en los entornos eclesiales se haya caído en “una infantilización progresiva de cómo tenemos que vivir”. De hecho, como ella misma confesó, “uno de los motivos porque me alejé de la fe fue por la presencia de lo masculino de la Iglesia”.
Así, la escritora recordó cómo educarse con las Hijas de la Caridad fue para ella una experiencia positiva en tanto que la ayudó a crecer en el servicio. “Además, gracias a mi tía carmelita, me adentré en la contemplación”, añadió. Sin embargo, relató cómo “el colapsó procedió en la universidad, cuando me enfrenté con el estamento eclesiástico que privilegiaba lo clerical a lo pastoral”. “Me alejé de forma dolorosa”, confesó durante una de sus intervenciones, para reconocer que ahora habla del hecho religioso “desde el más respetuoso agnosticismo”.
En esta misma línea, lamentó que las mujeres “queden amordazadas de tal manera que no puedan ascender ni tener reconocimiento o, simplemente, tener algo tan importante para una escritora como yo: una voz”. Desde ahí, puso como ejemplo el hecho de que todavía hoy a las comunidades de vida contemplativa se les exija tener un asesor masculino que las supervise.
“Hoy agradezco escuchar la voz de las teólogas”, expuso la pensadora, que animó a las cristianas a dar un paso al frente y entrar en diálogo con otras mujeres feministas.
La autora del ensayo ‘Para vos nací. Un mes con Teresa del Jesús’ presentó a la santa de Ávila “no solo como un referente para el feminismo, sino para una forma de vida coherente”. “Frente a las contradicciones de la Iglesia de su tiempo, promovió una reforma considerada absolutamente radical y extraordinaria”, suscribió. “Al releer a Teresa de Jesús y conversar con otras tantas religiosas, me he vuelto a reforzar en mi idea de que si algo humano y valioso tiene la Iglesia es, principalmente, aunque no exclusivamente: las mujeres”, sentenció la autora.
Lucetta Scarrafia, autora de ‘Feminista y cristiana’, se muestra convencida de que todavía queda mucho para avanzar en materia de igualdad en la Iglesia: “Nadie nos dará voz, no podemos esperar a un Papa bueno o a un obispo bueno que nos dé la palabra. Somos nosotras las que tenemos que intervenir y decir que nos tienen que escuchar. No estamos acostumbradas a hacernos escuchar sino a obedecer en silencio. Tenemos que entrar con valor en los debates de la Iglesia diciendo lo que pensamos”.
“Francisco ha hecho esfuerzos varios –admitió– y ha querido hacer algo, pero lo que se ha hecho es muy poco, las mujeres cuentan muy poco; por ejemplo, cuando se les nombra para participar en una comisión llenas de hombres”.
Desde este activismo, la fundadora del suplemento Donne Chiesa Mondo de L’Osservatore Romano, sugirió que “la presidenta de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) debería formar parte del Consejo de cardenales, en el lugar donde se toman las decisiones importantes en la Santa Sede”. “Sería importante cuando las mujeres sean llamadas como interlocutoras y sean escuchadas en sus organizaciones, como la UISG”, apostilló.
Scaraffia también hizo un llamamiento para “hablar con el feminismo de fuera de la Iglesia, porque el feminismo católico no es patrimonio propio de la Iglesia, pero tiene puntos comunes con el feminismo laico”. Aunque reconoció que puede haber diferencias con temas como el aborto, considera que hay que promover “la discusión”. “Las mujeres católicas no nos podemos quedar aisladas”, añadió.
En este punto coincidió de lleno con Carme Soto, autora de ‘Cuando Dios habla no solo en masculino’. La teóloga y sierva de san José compartió esa llamada del feminismo cristiano para buscar puentes: “La teología feminista viene a aportar palabras y reflexión, diálogo con las mujeres feministas no creyentes, para ir más allá”.
“Si nos sentamos conjuntamente a hablar de las cosas que nos preocupan en la Iglesia, podremos avanzar”, apuntó Soto, que también instó a los hombres a sumarse a esta aventura: “No queremos darle la vuelta a la tortilla, sino hacer una tortilla juntos”.
Desde un prisma teológico, recordó que “Dios no solo habla en masculino, sino en femenino, habla en los pensamientos, en las palabras y en las historias de las mujeres”. También matizó que “es un mito pensar que Jesús no situó en el centro de su mirada a las mujeres. Habló de una comunidad inclusiva, de un Dios inclusivo. El modo en que se construye luego la memoria de Jesús se parcializa el mensaje y se silencia a las mujeres”.
A pesar de ello, la pensadora considera que “algo se está moviendo, aunque el propio miedo patriarcal cierre puertas. Pero ya hay cambios que son irreversibles, pero lamentablemente todavía se genera mucho sufrimiento a las mujeres”. Con la mirada puesta en el futuro, comentó cómo el compromiso de las mujeres de hoy permitirá que “las generaciones que vienen detrás encuentren espacios más fluidos, en lo académico y en la espiritualidad en las que ellas se puedan expresar y celebrar”.
“Las más jóvenes llegan pidiendo respuestas y nos las van a pedir a nosotras”, completó Espido Freire. “La mujer no parece estar dispuesta a esperar mucho más tiempo más, lo que se traduce en una pérdida de fe y de adhesiones, cuando lo que se espera es una lección de vida”, apostilló.
Más contundente, Scaraffia advirtió que “muchas jóvenes se están yendo de las iglesias y las que vienen, ven que se funciona de manera distinta al mundo al que están acostumbradas, donde las mujeres están consideradas iguales que un hombre. No conciben un mundo patriarcal y se marchan”.
Durante el coloquio, las tres ponentes coincidieron en condenar todo abuso de poder, de conciencia y sexual dentro y fuera de la Iglesia. “Los abusos a las mujeres son intolerables en cualquier entidad, pero más aún en la Iglesia, por el peso moral que tiene”, dejó caer Espido. “Hasta que las mujeres de la Iglesia tengan que servir a sacerdotes y seminaristas y tengan que soportar abusos que son interpretados desde un punto de vista romántico y que incluso esconden tras de sí abortos, nada cambiará de verdad”, concluyó Lucetta.