La Conferencia Episcopal japonesa ha recordado el accidente y ha llamado a la oración por las víctimas
En un comunicado hecho público hoy por la Conferencia Episcopal de Japón, los obispos del país han unido sus voces para recordar a las casi 20.000 víctimas y clamar por el fin de la energía nuclear. Y no es la primera vez que lo hacen. En noviembre de 2011, ocho meses después del terremoto y en respuesta al accidente de la planta de energía nuclear en Fukushima, los obispos lanzaron un mensaje abolir las plantas de energía nuclear de inmediato.
“En nuestra misiva pedíamos la abolición inmediata de las centrales nucleares desde el punto de vista de los creyentes que protegen la vida, don de Dios”, explican los prelados. “Al mismo tiempo, subrayamos que ‘los cristianos tienen la obligación de dar un testimonio genuino del Evangelio, especialmente a través de los modos de vida esperados por Dios: ‘sencillez de vida, espíritu de oración, caridad hacia todos, especialmente hacia los humildes y los pobre, obediencia y humildad, desapego y abnegación’. Propusimos una nueva mirada a cómo debe ser la sociedad”, añaden.
“Desafortunadamente”, continúan, “sentimos que, con el tiempo, la situación se está moviendo en una dirección diferente a esta llamada”. Por ello, diez años después del accidente, “renovamos nuestro llamado a la abolición inmediata de las centrales nucleares y una revisión de los estilos de vida”.
Ahora, con la pandemia de Covid-19, “el mundo se solidariza con ‘proteger todas las vidas'”, señalan los obispos. “El Papa Francisco nos pide que vayamos a quienes necesitan ayuda, a quienes están aislados y enfrentan las crisis de la vida en este mundo moderno de conflicto y división, discriminación y exclusión, aislamiento y soledad”, subrayan.
“Cuando nos golpeó ese desastre sin precedentes, sentimos los límites de la sabiduría y el conocimiento humanos”, afirman. “Ante el poder de la naturaleza, comprendimos lo débiles que somos. En ese momento, grabamos en nuestro corazón la importancia de ayudarnos unos a otros, la importancia de la solidaridad para proteger la vida y la importancia de un corazón solidario”, apuntan los obispos. “Ahora, 10 años después del gran terremoto y tsunami, el mundo seguramente necesita pensar en esa importancia”, aseveran.
Finalmente, en este décimo aniversario del terremoto del este de Japón, los prelados han orado “por el descanso eterno de aquellos que han muerto y oramos por las bendiciones y la protección de Dios para los muchos que se han visto afectados por el desastre. En los lazos de solidaridad entre nosotros, caminemos de la mano para encontrar la luz de la esperanza”.