Vaticano

Juan Antonio Guerrero: “Si la pandemia se prolonga, no podremos contener el déficit del Vaticano sin el apoyo de los fieles”

  • El prefecto de Economía reconoce que prevén ingresar un 30% menos en 2021 que antes de la pandemia
  • Los trabajadores, blindados: “El Papa insiste en que ahorrar no tiene por qué significar despedir empleados”
  • “El Vaticano debe convertirse en un modelo de referencia internacional en transparencia económica”, afirma





“Si esta situación –de pandemia– se prolonga demasiado, no podremos contener el déficit si no es con el apoyo de los fieles”. Así lo reconoce Juan Antonio Guerrero, prefecto de la Secretaría de Economía, en una entrevista a Andrea Tornielli para los medios de comunicación del Vaticano.



El presupuesto de 2021 de la Santa Sede es el más ajustado de su historia, según reconoce el propio jesuita al que el papa Francisco ha puesto al frente de las finanzas vaticanas. Y es que los ingresos esperados son de 213 millones de euros, un 30% menos de lo ingresado en 2019 (307 millones), el último año sin pandemia.

Sin embargo, “no es posible reducir los gastos en la misma medida que los ingresos manteniendo la misión de la Santa Sede intacta. La reducción total de gastos prevista es del 8%. Si excluimos los gastos de personal, que no hemos reducido, porque la protección laboral y salarial era una prioridad, sería del 15%”.

La realidad es que aproximadamente el 50% del presupuesto está compuesto por gastos de personal. “En 2020, los costes de personal aumentaron un 2% en comparación con 2019. La protección de los puestos de trabajo y los salarios ha sido una prioridad para nosotros hasta ahora. Francisco insiste en que ahorrar dinero no tiene por qué significar despedir empleados, es muy sensible a la situación de las familias”, explica.

Referencia en transparencia

Del mismo modo, hace hincapié en que “un momento de desafío financiero no es un momento para rendirse, para tirar la toalla, no es un momento para ser ‘pragmáticos’, olvidando nuestros valores. Esto significa que, al menos a corto plazo, el 50% del gasto no es flexible. Además, muchos departamentos cumplen su misión prácticamente solo apoyándose en los recursos humanos, el 70 u 80% de sus gastos son de personal”.

El padre Guerrero rinde cuentas sin alarmismos, pero siendo cauteloso. Y lo hace porque cree firmemente que el Vaticano –y la Iglesia– “debe aspirar a convertirse en un modelo de referencia internacional” en transparencia económica. Además, insiste en que “los fieles merecen transparencia, deben saber cómo gasta la Iglesia lo que recibe. Para nosotros es una cuestión de credibilidad”.

El jesuita español detalla en la entrevista medidas adoptadas en 2020: reducir drásticamente los costes de consultoría (1,5 millones); cancelar todos los eventos programados para 2020, incluidas las visitas ad limina, asambleas plenarias, conferencias, congresos y eventos similares (1,3 millones); limitar todos los viajes (3 millones); suspender las compras previstas de mobiliario (0,9 millones); o bloquear y reprogramar obras de rehabilitación de edificios no urgentes o aplazables (4,8 millones).

Ni un Estado cualquiera ni una ONG más

“Siempre insisto en que no somos una empresa, no estamos tratando de lucrarnos. Ni siquiera somos un Estado como cualquier otro ni una ONG. La Santa Sede tiene una misión indispensable para la que presta un servicio que inevitablemente genera costes, cubiertos sobre todo por donaciones. También tiene activos que cubren sus gastos estructurales y ayudan un poco a su misión. Este año, los ingresos han disminuido. Si fuéramos una empresa o una ONG habríamos reducido los servicios y reestructurado nuestra plantilla. Si fuéramos un Estado como cualquier otro, habríamos aumentado nuestra deuda y adoptado medidas fiscales. En nuestro caso, si las donaciones no llegan, además de ahorrar lo máximo posible, solo podemos utilizar las reservas”, puntualiza.

Guerrero invita a no ser derrotistas, porque “las reservas están ahí para esto: pueden y deben usarse en tiempos de dificultad económica. Lo que debemos evitar es una descapitalización intencionada o por mala gestión”. Además, “los ingresos generados por el alquiler de inmuebles, actividades económicas y servicios se irán recuperando paulatinamente cuando la situación económica sea más estable, los museos podrán abrir sin restricciones y volverá a haber una afluencia normal de turistas”.

Respondiendo a Tornielli, Guerrero agradece la generosidad de los fieles en un año tan complicado para todos: “En medio de las dificultades de este tiempo de pandemia han seguido colaborando porque creen en la misión de la Iglesia y quieren apoyar al Santo Padre”.

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