Los obispos de la Conferencia Episcopal de Paraguay dieron a conocer una Carta Pastoral, titulada ‘Itaipú: una oportunidad de diálogo y concertación social para el bien común de la Nación’.
Vida Nueva dialogó con el secretario ejecutivo de la Coordinación Nacional de Pastoral Social, Roque Acosta, para conocer el documento que el Episcopado paraguayo presenta como una contribución a la revisión del tratado.
PREGUNTA.- ¿Por qué es necesaria esta declaración?
RESPUESTA.- Esta Carta Pastoral responde, inicialmente, a un pedido del Ministerio de Relaciones Exteriores del Paraguay a la Conferencia Episcopal y otras organizaciones de la sociedad civil, a hacer llegar su aporte sobre la revisión del Anexo C del Tratado de Itaipú, un tema complejo y muy técnico en muchos aspectos. Remitido a la Pastoral Social Nacional y a Cáritas Paraguay para ayudar a entender la problemática de Itaipú, se creó una comisión asesora y se convocó a expertos en diversas disciplinas (juristas en derecho internacional, economistas, ingenieros, ambientalistas) para ayudar a los obispos a responder a este requerimiento. Después de cuatro meses de trabajo, se entregó un documento, y se realizó esta profunda carta pastoral que apunta a un gran diálogo social, buscando consensos y concertación social, teniendo como objetivo el bien común.
La Iglesia en Paraguay es considerada, según algunos barómetros, la institución de mayor credibilidad y confianza para la sociedad paraguaya, por lo que se espera siempre una palabra de orientación de los obispos.
P.- ¿Por qué es necesario revisar este Tratado?
R.- En el tratado original está establecida que, 50 años después, se podía hacer una revisión. El anexo C es el que se refiere al manejo administrativo y financiero de la entidad binacional. En el 2023, se va a terminar de pagar la deuda que contrajo hace 50 años para la construcción de la Represa Hidroeléctrica. El servicio de la deuda significa unos 2000 millones de dólares anuales. Entonces, lo que va a revisar es ver qué van a hacer Brasil y Paraguay con ese monto. Itaipú es un proyecto binacional, en partes iguales (50% Brasil, 50% Paraguay). Deberán ponerse de acuerdo en la manera de distribuir equitativamente esos recursos.
P.- ¿Cuáles son los puntos fundamentales del documento?
R.- Consta de cuatro capítulos. En el primer capítulo, se hace un análisis de la realidad social, política y económica del Paraguay. En el segundo, se hace una valoración del bien común. El tercer capítulo propone un camino para un procedimiento que genere confianza; y el cuarto capítulo invita a sanar y fortalecer la casa común de todos los paraguayos, con valores cristianos y actitudes sociales que generan comunidad.
Los obispos asumen los cuatro principios enunciados por el Papa Francisco en su exhortación apostólica ‘Evangelii gaudium’.
Se utiliza el método del “ver juzgar y actuar”. Los obispos, en el prólogo, indican que el proceso de revisión, renegociación y actualización del tratado por sus implicancias jurídicas, económicas, sociales y ambientales, necesita ser legitimado con el involucramiento y la participación de todos los actores sociales. Tanto es así que la carta, en su título, señala la oportunidad de diálogo y concertación social para el bien común de la Nación.
La carta expresa que el camino del diálogo. En la búsqueda del bien común debe generar un nuevo estilo social y político. Asimismo, el ejercicio de la autoridad deben generar confianza y toma de decisiones responsables. Hablan de consenso, de concertación, de una negociación que favorezca la solución de los graves déficits sociales y propicie el desarrollo humano. Quieren hacerlo desde la fraternidad: con actores y los sectores sociales que expresen la voluntad y la disposición a dialogar, a comprenderse, a aceptarse, unirse, respetarse y de valorarse, para atender, especialmente, a los que viven en condiciones de desventaja, marginados, empobrecidos, postergados.
No se trata únicamente de encontrar soluciones técnicas a la renegociación del tratado sino de promover la unidad y un sentido de responsabilidad compartida.
Enuncian, también, los frutos esperados de este diálogo y la concertación nacional, y finalmente, proponen algunos valores que deben iluminar y guiar este momento importante para la vida del Paraguay.
P.- ¿Qué aspectos del Magisterio se quieren resaltar con su actualización?
R.- Los obispos no entran en el análisis; su intención es una postura ética y una orientación pastoral para la vida del país.
El Magisterio que se invoca es el del papa san Juan XXIII ‘Mater et Magistra’ que habla del bien común, y ‘Evangelii gaudium’, del papa Francisco, en la que se plantean los cuatro principios que se deben tener en cuenta en este diálogo social:
P.- La represa es considerada la “mayor productora de energía del planeta”. Tiene mucho que aportar en beneficios al hombre y a la Casa Común…
R.- Efectivamente, Itaipú es el mayor activo que tiene el país; lo que se genera contribuye de manera decisiva al producto interno bruto el Paraguay. Es, por decirlo así, uno de los más preciados bienes estratégicos del Paraguay, motivo por el cual los recursos que se generen desde la represa deberían contribuir decididamente al desarrollo del país.
La entidad binacional tiene como uno de los de los desafíos fundamentales ser una fuente generadora de energía eléctrica limpia, que ya es una manera de contribuir al cuidado de la casa común. Además la Hidroeléctrica Itaipú cuenta con miles de hectáreas de bosques en el entorno de la Represa, que son parques o reservas naturales, por lo tanto, es una contribución importante que puede impulsar y generar que todo el Paraguay tenga la posibilidad de ser un gran custodio de la naturaleza y de las riquezas ambientales de las que dispone el país.
P.- ¿Qué piden los obispos con la declaración? ¿Qué se espera a partir de este nuevo paso en el proceso de revisión?
R.- Lo esencial para los obispos es, a partir de esta convocatoria, proponer las metas consensuadas que ayuden al Paraguay a ser un factor importante, generador de su desarrollo de la industrialización y de mejorar las condiciones de vida sus ciudadanos.
Como fruto de este diálogo social y del consenso, los obispos esperan definir metas de una alianza estratégica con el Brasil; que ambos países sigan fortaleciendo sus relaciones; que se brinde un espacio de desarrollo y colaboración con beneficios mutuos; definir políticas de inversión de la energía y de las ganancias.
En el país, esperan que las rentas extraordinarias obtenidas de Itaipú impulsen el desarrollo nacional, financiar obras de infraestructura, establecer pautas y criterios de definición, gestión y evaluación de la administración en forma regular, con tolerancia cero al uso indebido de fondos y recursos la transparencia. Los procedimientos administrativos deben ser un estilo nuevo al servicio de la credibilidad y confiabilidad en nuestras instituciones. Los obispos proponen también el control de las licitaciones e inversiones porque Itaipú, en muchos casos, ha sido una fuente de corrupción y enriquecimiento ilícito de grupos de poder.
En el documento, los obispos expresan que los recursos de Itaipú deberían utilizarse para mejorar la calidad de vida de la población, invertir en el cuidado y la preservación de la casa común de todos los paraguayos e integrar nuestro país en la política medioambiental en el mundo.
Los obispos piden invertir en la juventud. Paraguay tiene una población una pirámide poblacional eminentemente joven: el 60% de su población tiene menos de 30 años. Este bono demográfico, junto con el bono energético, abre una ventana de oportunidad única que no debería desperdiciarse: la convergencia de estos dos factores posibilita diseñar políticas públicas, financiadas con los recursos generados por el bono energético que apunten a desarrollar las capacidades de la juventud con educación de calidad y con oportunidades.
En otro punto, también se habla de la necesidad de afianzar la democracia. Para eso, las autoridades deben esforzarse para alcanzar y sostener la altura moral en su servicio y la probidad en el liderazgo en todos los campos. Que las autoridades se ganen el respeto de la ciudadanía cuando actúan con honestidad y gobiernan con un sentido de responsabilidad y compromiso con el bienestar de la gente.
En conclusión, los obispos en su carta piden virtudes, valores y actitudes que ayuden a la reconciliación, al discernimiento, a la esperanza, no como una ilusión sino como el compromiso responsable de conducir a destino lo iniciado; la virtud de la audacia que apunte a inaugurar un nuevo tiempo en el país; la virtud y el valor de la fraternidad para obtener una visión común y actuar como una familia; restaurar la relación resquebrajada entre las autoridades y la sociedad; la virtud de la perseverancia para no declinar ni desistir de los objetivos nobles y necesarios para el país; la actitud de servicio para sostener la construcción del bien común y la paz social, teniendo siempre en cuenta, especialmente, a los más necesitados.