El Papa considera que son tres los pilares para cuidar de la vocación hoy: el sueño, el servicio y la fidelidad. Estas palabras vertebran el Mensaje para la Jornada Mundial por las Vocaciones que se celebrará el próximo 21 de abril y que ha firmado hoy en San Juan de Letrán. Coincidiendo con la festividad de San José, Francisco ha tomado la figura del esposo de María en este año dedicado a él como referente. De hecho, le presenta como “el custodio de Jesús y de la Iglesia, como custodio de las vocaciones”.
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Así, Francisco presenta al padre de Jesús como aquel con un corazón de padre “capaz de dar y generar vida en lo cotidiano”. “Las vocaciones tienden a esto: a generar y regenerar la vida cada día”, defiende el Papa en el documento que llama a todos los católicos a redescubrir su ser y hacer como cristianos.
Desde la mansedumbre
El Obispo de Roma llama a los sacerdotes y a la vida consagrada a “forjar corazones de padres, corazones de madres; corazones abiertos, capaces de grandes impulsos, generosos en la entrega, compasivos en el consuelo de la angustia y firmes en el fortalecimiento de la esperanza”. En esta línea, el Papa plantea que “san José viene a nuestro encuentro con su mansedumbre, como santo de la puerta de al lado; al mismo tiempo, su fuerte testimonio puede orientarnos en el camino”.
Desde ahí, el Papa invita a redescubrir al amor como el sueño más alto de la vida de cada persona. “San José se dejó guiar por los sueños sin vacilar”, expone Francisco que pone en valor su capacidad para “cambiar sus planes y arriesgarse, sacrificando sus propios proyectos para secundar los proyectos misteriosos de Dios”. Así, invita a interpretar hoy también esa “llamada divina” como aquella que “impulsa a salir, a entregarse, a ir más allá”. Para Francisco, “no hay fe sin riesgo”, pero invita a afrontar los proyectos de Dios desde el discernimiento.
No al desánimo
Al abordar el concepto de servicio, Francisco recordó que tanto los sacerdotes y religiosos como los laicos tienen que mirar a José como aquel que “se adaptó a las diversas circunstancias con la actitud de quien no se desanima si la vida no va como él quiere, con la disponibilidad de quien vive para servir”. Del esposo de María, rescata “su atención en la vigilancia”, así como su “cuidado atento y solícito” de los demás. “¡Qué hermoso ejemplo de vida cristiana damos cuando no perseguimos obstinadamente nuestras propias ambiciones y no nos dejamos paralizar por nuestras nostalgias, sino que nos ocupamos de lo que el Señor nos confía por medio de la Iglesia!”, señala a colación en el mensaje.
En relación a la fidelidad, el Papa presenta a san José como aquel que “medita, reflexiona, no se deja dominar por la prisa, no cede a la tentación de tomar decisiones precipitadas, no sigue sus instintos y no vive sin perspectivas”. “Cultiva todo con paciencia”, subraya el pontífice, que pone en valor “la laboriosidad serena y constante con la que desempeñó el humilde oficio de carpintero”.
El día a día
“Porque la vocación -asevera Francisco-, como la vida, sólo madura por medio de la fidelidad de cada día”. Por ello, el Papa invita a los fieles a hacer suyo el “no temas” que Dios lanza a José, como “cuando, aun en medio de incertidumbres y vacilaciones, sientes que ya no puedes postergar el deseo de entregarle tu vida”.
En este contexto, Francisco comparte su anhelo de que la Iglesia redescubra “la alegría cotidiana y transparente de la sencillez” como secreto de esa fidelidad: “¡Qué hermoso sería si la misma atmósfera sencilla y radiante, sobria y esperanzadora, impregnara nuestros seminarios, nuestros institutos religiosos, nuestras casas parroquiales!”.