“Siento vergüenza por mi Iglesia”. Son las palabras de Johan Bonny, obispo de la diócesis belga de Amberes y uno de los participantes del Sínodo sobre el Matrimonio y la Familia 2015, tras la publicación de que la Congregación para la Doctrina de la Fe haya sancionado expresamente que “no es lícito impartir una bendición a relaciones, o a parejas incluso estables, que implican una praxis sexual fuera del matrimonio” en un ‘Responsum ad dubium’. Y es que el prelado ha declarado abiertamente que siente “desconcierto intelectual y moral.”
“Quisiera pedir disculpas a todos aquellos para los que este ‘responsum’ es doloroso e incomprensible: parejas católicas homosexuales fieles y comprometidas, padres y abuelos de parejas homosexuales y sus hijos, agentes de pastoral y consejeros de parejas homosexuales. Su dolor hoy es el mío”, declara en su escrito. Y es que, destaca este padre sinodal, “la respuesta actual carece de la atención pastoral, la base científica, el matiz teológico y la prudencia ética que estaban presentes” en el sínodo.
Analizando el texto, en el que se afirma que “en el plan de Dios no hay ninguna similitud o analogía posible, ni siquiera cercana, entre el matrimonio heterosexual y el del mismo sexo”; ante esto, el prelado niega la mayor. “Yo mismo conozco parejas homosexuales, casadas por lo civil, con hijos, que forman una familia cálida y estable, que forman parte activa de la comunidad parroquial. Algunos de ellos trabajan a tiempo completo como pastores o empleados de la iglesia. Les estoy muy agradecido”, confirma. “? La falsedad de esta afirmación fue citada repetidamente en el Sínodo”, ratifica.
Respecto al el concepto de “pecado” –llega a decir el obispo que en el documento en “los últimos párrafos colocan la artillería moral más pesada”– denuncia que “este no es el lenguaje de ‘Amoris laetitia’”. Ante esto, recuerda que es perverso aplicar el concepto de pecado “a categorías enteras de personas”. “Lo que la gente quiere y es capaz de hacer, en este momento de su vida, con las mejores intenciones que tiene para sí misma y para sus seres queridos, cara a cara con el Dios que ama y es amado, no es un caso fácil de descifrar”, añade.
“Como obispo y teólogo”, corrobora ante la cuestión litúrgica de la bendición, el sínodo “impulsó la sabia búsqueda de formas intermedias que hagan justicia tanto a la individualidad de estas personas como a la particularidad de su relación”. “Parece una falta de respeto abordar la cuestión de una posible bendición de parejas homosexuales desde los llamados “sacramentales” o en el marco de la “Bendición”, que también incluye la bendición de animales, coches y edificios”, denuncia.
“Dios nunca ha sido tacaño ni desconfiado a la hora de bendecir a las personas. Él es nuestro Padre. Tal era la convicción teológica y moral de la mayoría de los Padres sinodales”, sentencia. “El documento resta credibilidad tanto al ‘viaje sinodal’ deseado por el papa Francisco como al anunciado año de trabajo con ‘Amoris laetitia’. ¿El verdadero sínodo quiere levantarse?”. concluye