La iglesia madrileña de La Paloma se ha reabierto al culto dos meses después de una explosión de gas causada por una fuga de gas en la calle, que afectó de lleno a la casa parroquial y que acabó con la vida de cuatro personas. Con un aforo limitado a 150 personas por la emergencia sanitaria, el párroco del templo, Gabriel Benedicto, presidió ayer una eucaristía en la que explicó que Dios “no es indiferente ante nuestro sufrimiento y sabe cuánto echamos de menos a Javier, a Stefko, a David, y a Rubén”, víctimas mortales del suceso.
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“Hoy todos somos parte de estas cuatro familias y hoy el Señor quiere consolarnos a todos”, relató en durante la homilía, que pidió al Señor que “nos conceda paz y que podamos mirar siempre el dolor de los demás”.
El sacerdote explicó en su homilía, como esta reactivación de la vida parroquial hace que “de alguna manera, el cielo y la tierra se unen”. “Yo le pido a Dios -apuntó el padre Gabriel- para que podamos mirar ahora con esperanza al futuro”.
Una historia nueva
Así, encomendó este nuevo camino para la parroquia a San José, en el día de su fiesta: “Él, que tuvo que abrazar una realidad que no había elegido, nos ayude a abrazar esta historia que forma parte ya de la historia de La Paloma, de cada uno de nosotros, como un punto de partida de una historia nueva, donde él es capaz de abrir un futuro y de reconstruir algo que sea eterno”.
En la eucaristía participaron tanto familiares de los fallecidos, como también representantes del colegio anexo de La Salle y de la residencia de la Paloma, así como de los vecinos y comerciantes del barrio, que todavía no han podido regresas a sus hogares y reabrir sus tiendas.