El arzobispo de Madrid, a través de Vida Nueva, anima a políticos de buena voluntad, no solo a creyentes, a leerse entera ‘Fratelli Tutti’ ante tanta tensión
La decisión de Ciudadanos de presentar una moción para desbancar al PP –sus socios de Gobierno de Murcia– y aliarse con el PSOE, ha traído consigo la fractura de la formación naranja, ha desestabilizado otros ‘tangos’ ejecutivos autonómicos de coalición, ha desembocado en una convocatoria de elecciones autonómicas en Madrid por parte de Isabel Díaz Ayuso, y ha propiciado la salida de Moncloa del vicepresidente Pablo Iglesias con el fin de reflotar a su partido, Unidas Podemos, en el tapete madrileño.
Los españoles, espectadores atónitos. Los obispos, a la par. De ahí que Vida Nueva haya solicitado a quienes llevan el timón del Episcopado español que den una respuesta a esta incertidumbre desde ‘Fratelli Tutti’.
Para el vicepresidente de los obispos, Carlos Osoro, el capítulo sobre ‘La mejor política’ habla por sí solo: “Ahora que la política española anda tan revuelta, a pesar de que nos encontramos en plena pandemia, es bueno recordar que, ‘ante tantas formas mezquinas e inmediatistas de política, la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo’ (FT 178)”.
Unas consideraciones que el arzobispo de Madrid está compartiendo en los encuentros en los que está participando de la mano de la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos. “Estoy animando a políticos de buena voluntad, no solo a creyentes –expone Osoro–, a leerse la encíclica entera…”. A unos y a otros les recomienda el punto en el que Francisco llama a “pensar en objetivos comunes, más allá de las diferencias, para conformar un proyecto común” (FT 157).
A partir de ahí, el cardenal también pone en valor el capítulo octavo de la encíclica, pues subraya el papel que la ciudadanía en general y los cristianos en particular pueden jugar en la actual coyuntura, donde urge “la reconstrucción de la amistad social”.
“Al sabernos hijos del mismo Padre nos descubrimos como hermanos y eso, sin lugar a dudas, cambia nuestras relaciones con los demás; hace pasar del paradigma del bienestar propio al del cuidado”, anima el purpurado a los creyentes, a quienes plantea un reto: “En un Estado aconfesional como el nuestro podemos vivir esta fe en su dimensión pública y estamos llamados a involucrarnos, cada uno desde sus responsabilidades y en muy diversos ámbitos, en la construcción del bien común; apelando siempre ‘al respeto de la sacralidad de la vida, al respeto de la dignidad y la libertad de los demás, y al compromiso amoroso por todos’” (FT 283).