“Para garantizar el justo acceso al agua es de vital urgencia actuar sin dilación, para acabar de una vez por todas con su desperdicio, mercantilización y contaminación”. Así lo ha señalado el papa Francisco en un videomensaje enviado a la FAO con motivo de un evento virtual celebrado hoy por el Día Mundial del Agua, que se celebra con el tema ‘Valorar el agua’.
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“Es más necesaria que nunca la colaboración entre los Estados, el sector público y privado, así como la multiplicación de iniciativas por parte de los organismos intergubernamentales. Es igualmente urgente una cobertura jurídica vinculante, un apoyo sistemático y eficaz para que a todas las zonas del planeta llegue, en cantidad y calidad, el agua potable”, ha recalcado el Pontífice. Y ha añadido: “Apresurémonos para dar de beber al sediento. Corrijamos nuestros estilos de vida para que no derrochen ni contaminen”.
El tema elegido para este año “nos invita a ser más responsables en la tutela y utilización de este elemento tan fundamental para la preservación de nuestro planeta. Sin agua, en efecto, no habría habido vida, ni centros urbanos, ni productividad agrícola, forestal o ganadera. Con todo, este recurso no ha sido cuidado con el esmero y la atención que merece. Desperdiciarlo, desdeñarlo o contaminarlo ha sido un error que continúa repitiéndose también en nuestros días”, ha señalado a través del secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin.
Acceder al agua para vivir dignamente
Más aún, “en el mismo siglo XXI, en la era del progreso y de los avances tecnológicos, el acceso al agua potable y segura no está al alcance de todos. El agua es un bien al que todos los seres humanos, sin excepción, tienen derecho a acceder de forma adecuada, de modo que puedan llevar una vida digna”, ha agregado.
Para Francisco, “a esta triste realidad se añaden hoy los nocivos efectos del cambio climático: inundaciones, sequías, aumento de las temperaturas, variabilidad repentina e impredecible de las precipitaciones, deshielos, disminución de las corrientes de los ríos o agotamiento de las aguas subterráneas”.
“Todos estos fenómenos perjudican y merman la calidad del agua y, por consiguiente, impiden una vida serena y fecunda. También contribuye a este estado de cosas la difusión de la cultura del descarte y la globalización de la indiferencia, que llevan al hombre a sentirse autorizado para saquear y esquilmar la creación. Sin olvidar la actual crisis sanitaria, que ha agrandado las desigualdades sociales y económicas existentes, poniendo en evidencia el daño causado por la ausencia o la ineficiencia de los servicios hídricos entre los más necesitados”, ha continuado.
Educar en otro estilo de vida
Jorge Mario Bergoglio piensa en “cuantos hoy carecen de un bien tan sustancial como el agua, así como en las generaciones que nos sucederán, invito a todos a trabajar para terminar con la contaminación de los mares y los ríos, de las corrientes subterráneas y los manantiales, a través de una labor educativa que promueva el cambio de nuestros estilos de vida, la búsqueda de la bondad, la verdad, la belleza y la comunión con los demás hombres en aras del bien común”.
Según su mensaje, “valorar el agua significa cambiar nuestro propio lenguaje. En lugar de hablar de su ‘consumo’, debemos referirnos a su ‘uso’ sensato, en función de nuestras necesidades reales y respetando las de los demás. Si vivimos con sobriedad y ponemos en el centro de nuestros criterios la solidaridad, emplearemos el agua racionalmente, sin despilfarrarla inútilmente, y podremos compartirla con quienes más la necesitan”.
Asimismo, “valorar el agua puede significar igualmente reconocer que la seguridad alimentaria y la calidad del agua están íntimamente vinculadas entre sí. De hecho, este recurso juega un papel esencial en todos los aspectos de los sistemas alimentarios: en la producción, procesamiento, preparación, consumo y, en parte, también en la distribución de alimentos”, ha subrayado.