Europa

Giulio Meotti: “Si Benedicto XVI fue un Papa profundamente europeo, Francisco es el Papa global”

El ensayo ‘¿El último Papa de occidente?’ rescata las grandes intuiciones de Ratzinger sobre Europa





La pregunta sobre si ha sido Benedicto XVI ‘¿El último Papa de occidente?’ se impone desde la portada en el último libro del filósofo y periodista italiano Giulio Meotti (Encuentro, 2021). El autor comenta con Vida Nueva las propuestas que ofrece en este ensayo en el que se recoge de forma analítica el pensamiento del Papa emérito sobre el Viejo Continente y los valores que han constituido la civilización occidental.



PREGUNTA- ¿El último Papa de occidente? ¿Es una provocación esta pregunta o una afirmación encubierta?

RESPUESTA- No hay provocación. Si nos fijamos bien, el Occidente por el que luchó el papa Benedicto XVI, primero como profesor y luego como pontífice, se está derrumbando. La descristianización hace estragos en toda Europa, a diferentes niveles, pero afecta a todos. El norte de Europa está “perdido” para la sociedad de la “muerte de Dios”. Y ahora los países tradicionalmente católicos están siendo atacados. En España acaban de votar la eutanasia. Irlanda introdujo el aborto y el matrimonio homosexual. Francia, durante la pandemia, extendió el derecho al aborto y esta antigua “hija mayor de la Iglesia” ve cómo las iglesias son atacadas y vandalizadas cada día.

Hay una especie de autodestrucción de sus raíces. Las tasas de fecundidad son suicidas, en todas partes, y lo peor de todo ser está produciendo en los países europeos “católicos”: Italia, España, Portugal… Seguirán llamándolo “Occidente”, pero ya no será occidental ni lo que hemos conocido, a menos que la situación cambie, y rápidamente.

Ratzinger ha intentado advertir, denunciar, salvar lo que se puede salvar. Nos ofreció el diagnóstico (el nihilismo de la posverdad) y la cura (el redescubrimiento del Logos y del triple origen europeo, Atenas, Roma y Jerusalén). Hizo muchos viajes apostólicos en la “vieja Europa”: la Francia de Bernanos y de los bernardinos, la España de los grandes santos, la Alemania de sus orígenes, Austria, la Inglaterra de Tomás Moro. Pero me temo que al final fue derrotado por lo que en 2005 llamó, en la televisión mundial, la “dictadura del relativismo”. Su misma renuncia, al margen de los motivos, se nos aparece como un “martirio” del relativismo.

Crisis moral y espiritual

P.- En el libro se hace una lectura de conjunto del pensamiento de Benedicto XVI sobre Europa. Después de una pandemia, ¿se han confirmado los temores del Papa Emérito sobre Occidente?

R.- Fundamentalmente, sí. La pandemia ha sido el detonante de una profunda crisis moral y espiritual. Determinado capitalismo ha aprovechado para afirmar la biopolítica y el transhumanismo. Por otra parte, cierta ecología apocalíptica ha impuesto una visión posthumana de la naturaleza, “el hombre es un virus”… También ha avanzado determinada “cultura de la muerte” que ha empujado a muchos países a ver a los más frágiles como prescindibles.

En Holanda, en Inglaterra, en Suecia, en Francia, el coronavirus se consideraba casi una forma de eutanasia en los protocolos médicos de los hospitales, en las residencias de ancianos… A muchos ancianos se les daba morfina en lugar de oxígeno. Y luego el “post-Génesis” del que hablaba Benedicto, es decir, en este año se han aprobado numerosas legislaciones anti-vida. Como si no hubiera ya suficiente muerte alrededor.

La familia, célula de la sociedad

P.- En el análisis de la situación social de las últimas décadas hay palabras muy duras y pesimistas: suicidio, crisis, desmoronamiento, nihilismo… ¿hay esperanza?

R.- Sí, en las familias. Las estructuras que mantenían a una sociedad en pie están en un estado lamentable y en rápida decadencia: partidos que abrazan el populismo y el consenso fabricado, el Estado en disolución, universidades en las garras de la ideología, élites autorreferenciales y grotescas… La familia es la última célula de la sociedad, además de la que la ha mantenido unida durante miles de años, que sufrirá los golpes de esta agresión del antihumanismo. En esto será más difícil entrar, por eso han recurrido a la ideología transgénero. Destruye la identidad sexual de un niño y crearás un “hombre nuevo”.

P.- Entre los escenarios descrito, hay una mención al caso española y algunas de las visitas de Benedicto XVI al país. ¿Cuál es el pensamiento del Papa Emérito sobre España?

R.- Tiene un gran respeto y preocupación. Por eso hizo tres viajes a España como Papa. Pero incluso aquí, me temo que a juzgar por el declive del catolicismo, los índices demográficos, un cierto optimismo económico y social panglosiano propio de la España zapaterista y almodovariana, diría que Benedicto XVI ha triunfado.

P.- Uno de los detalles que aparecen en el libro es que antes de ser Papa, Ratzinger ya había publicado 86 libros y casi 500 artículos, además de otras obras. ¿Qué descubrimientos ha hecho usted buceando en esta ingente obra?

R.- Me interesaba sacar a relucir al Ratzinger “laico”, al académico y al filósofo y teólogo que había hablado también a los no creyentes. Y vi su impresionante capacidad para observar la realidad, para diseccionar el drama del hombre posmoderno, para ofrecer finalmente una salida a su “locura”.

P.- El papa Francisco ha dedicado algunos discursos explícitamente a la situación europea, especialmente en su visita a las instituciones comunitarias y al recibir el premio Carlomagno en 2016. ¿Hay continuidad en el pensamiento entre uno y otro pontífice?

R.- En muchos temas, hay una profunda afinidad. En cuestión de género, aborto, eutanasia, caridad… Pero en la visión general, si Benedicto fue un Papa profundamente europeo, Francisco es el Papa global, de los grandes viajes a las tierras fronterizas. Creo que este cambio corresponde a un desplazamiento del eje del cristianismo, que en el futuro será africano. En el décimo paralelo vivirán casi la mitad de los cristianos del mundo. Espero que en san Pedro sigan luchando por la civilización europea, porque es aquí donde el cristianismo, aunque nacido en Oriente, se ha convertido en lo que es. Si deja de ser la “Europa de las catedrales” de Schuman, ¿qué será?

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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