El papa Francisco se ha unido hoy a la celebración del VII centenario de la muerte del poeta Dante Alighieri –”profeta de esperanza”– con la publicación de la Carta apostólica ‘Candor Lucis Aeternae’. En su misiva, Jorge Mario Bergoglio establece paralelismos entre san Francisco de Asís y el autor de la ‘Divina comedia’.
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“Hay una profunda sintonía entre san Francisco y Dante. El primero, salió del claustro junto con los suyos y anduvo entre la gente por los caminos de aldeas y ciudades, predicando al pueblo, quedándose en las casas; el segundo hizo la elección, incomprensible en esa época, de usar la lengua de todos para el gran poema del más allá, poblando su narración de personajes conocidos y menos conocidos, pero todos iguales en dignidad a los poderosos de la tierra”, explica sobre ambos.
Y añade: “Los dos personajes tienen otro rasgo en común: la apertura a la belleza y al valor del mundo de las criaturas, espejo y ‘vestigio’ de su Creador”. “¿Cómo no reconocer en aquel ‘alabado sea tu nombre y tu poder / por toda criatura’ de la paráfrasis dantesca del Padrenuestro (Purg. XI, 4-5) una referencia al Cántico de las criaturas de san Francisco?”, se pregunta.
Dante y el misterio de Dios
El Pontífice justifica su carta así: “No puede faltar la voz de la Iglesia. Mucho mejor que tantos otros, él supo expresar, con la belleza de la poesía, la profundidad del misterio de Dios y del amor”. Francisco desea unir su voz a la de sus predecesores –Benedicto XV, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI– que “han honrado y celebrado al poeta, particularmente en los aniversarios de su nacimiento o muerte, para proponerlo a la atención de la Iglesia, a la universalidad de los fieles, a los estudiosos de literatura, a los teólogos y a los artistas”, señala.
Tras parafrasear a varios de los pontífices del último siglo, Francisco hace una biografía personal del poeta, completada después con una extensa bibliografía que cita. Para el Papa, “Dante, releyendo la propia vida sobre todo a la luz de la fe, descubrió la vocación y la misión que le habían sido confiadas, y mediante las cuales, paradójicamente, de hombre aparentemente fracasado y decepcionado, pecador y desalentado, se transformó en profeta de esperanza”.
De este modo, “en la misión profética de Dante se incluye también la denuncia y la crítica dirigida a los creyentes, sean pontífices o simples fieles, que traicionan la adhesión a Cristo y transforman a la Iglesia en un medio para sus propios beneficios, olvidando el espíritu de las Bienaventuranzas y la caridad hacia los pequeños y los pobres, e idolatrando el poder y la riqueza”, agrega Bergoglio.
Dante y el corazón humano
Como subraya en la misiva, “Dante sabe leer el corazón humano en profundidad y en todos, aun en las figuras más abyectas e inquietantes, sabe descubrir una chispa de deseo por alcanzar cierta felicidad, una plenitud de vida. Se detiene a escuchar a las almas que encuentra, dialoga con ellas, las interroga para identificarse y participar en sus tormentos o en su bienaventuranza”.
El itinerario de Dante, particularmente el que se ilustra en la ‘Divina comedia’, “es realmente el camino del deseo, de la necesidad profunda e interior de cambiar la propia vida para poder alcanzar la felicidad”, sostiene.
En su escrito, el Pontífice reconoce que “la riqueza de figuras, narraciones, símbolos e imágenes sugestivas y atrayentes que Dante nos propone suscita ciertamente admiración, maravilla y gratitud. En él podemos vislumbrar a un precursor de nuestra cultura multimedia, en la que palabras e imágenes, símbolos y sonidos, poesía y danza se funden en un único mensaje. Se comprende, entonces, porqué su poema haya inspirado la creación de innumerables obras de arte de todo tipo”.
Pero, “la obra del sumo poeta también suscita algunos interrogantes para nuestros días”. “¿Qué puede comunicarnos a nosotros, en nuestro tiempo? ¿Tiene algo que decirnos, que ofrecernos? Su mensaje, ¿tiene para nosotros alguna actualidad, alguna función que desempeñar? ¿Todavía nos puede interpelar?”, se pregunta.
Dante y la lengua del pueblo
Dante hoy “no nos pide que sea solamente leído, comentado, estudiado y analizado. Nos pide más bien ser escuchado, en cierto modo ser imitado, que nos hagamos sus compañeros de viaje, porque también hoy quiere mostrarnos cuál es el itinerario hacia la felicidad, el camino recto para vivir plenamente nuestra humanidad, dejando atrás las selvas oscuras donde perdemos la orientación y la dignidad”, detalla.
Para el Pontífice, “si Dante relata todo esto usando la lengua del pueblo, que todos podían comprender, elevándola a lengua universal, es porque tiene un mensaje importante que transmitirnos, una palabra que quiere tocar nuestro corazón y nuestra mente, destinada a transformarnos y a cambiarnos ya desde ahora, en esta vida. Su mensaje puede y debe hacernos plenamente conscientes de lo que somos y de lo que vivimos día tras día en tensión interior y continua hacia la felicidad”.
Por eso, “es importante que la obra dantesca, aprovechando la ocasión propicia del centenario, se dé a conocer aún más y de la mejor manera, es decir, que se presente de modo accesible y atrayente no solo a estudiantes y estudiosos, sino también a todos los que, ansiosos de responder a los interrogantes interiores, deseosos de realizar la propia existencia en plenitud, quieren vivir su itinerario de vida y de fe de manera consciente, acogiendo y viviendo con gratitud el don y el compromiso de la libertad”, sostiene.
Por este motivo, “felicito a los docentes que son capaces de comunicar con pasión el mensaje de Dante, de presentar el tesoro cultural, religioso y moral contenido en sus obras”. No obstante, “es necesario que ese patrimonio sea accesible más allá de las aulas de las escuelas y universidades”, insiste.
Dante, testigo del deseo de felicidad
“Exhorto a las comunidades cristianas, sobre todo a las que están presentes en las ciudades que conservan las memorias dantescas, a las instituciones académicas, las asociaciones y los movimientos culturales, a que promuevan iniciativas dirigidas al conocimiento y la difusión del mensaje dantesco en su totalidad”, asevera.
También “animo de manera especial a los artistas para que den voz, rostro y corazón, que otorguen forma, color y sonido a la poesía de Dante, siguiendo la vía de la belleza, que él recorrió magistralmente; y que así se comuniquen las verdades más profundas y se difundan, con los lenguajes propios del arte, mensajes de paz, libertad y fraternidad”, indica.
En “este particular momento histórico, marcado por tantas sombras, por situaciones que degradan a la humanidad, por una falta de confianza y de perspectivas para el futuro, la figura de Dante, profeta de esperanza y testigo del deseo humano de felicidad, todavía puede ofrecernos palabras y ejemplos que dan impulso a nuestro camino. Nos puede ayudar a avanzar con serenidad y valentía en la peregrinación de la vida y de la fe que todos estamos llamados a realizar, hasta que nuestro corazón encuentre la verdadera paz y la verdadera alegría”, concluye.