El Pontífice preside la apertura del año judicial de la Santa Sede en el Aula de las Bendiciones ante la presencia del presidente del Gobierno italiano, Mario Draghi
El papa Francisco ha presidido la apertura del 92º Año Judicial del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano en la Aula de las Bendiciones el Palacio Apostólico. Un acto en el que ha participado el Presidente del Tribunal, del Promotor de Justicia –figura equivalente al fiscal–, así como los funcionarios, abogados y colaboradores del Tribunal. También ha estado presente del presidente del Consejo de Ministros del Gobierno italiano, Mario Draghi.
Recordó que la misión de la Iglesia es “sostener la verdad y –como enseña el Concilio Vaticano II– ‘difundir la humildad y la abnegación con su ejemplo’, con el estilo propio de Dios: cercanía, compasión, ternura”. Y es que la Iglesia espera ser “lugar de encuentro entre los pueblos y de reconciliación entre los hombres, para conducirlos, con la Palabra y los Sacramentos, con la Gracia y los ejemplos de vida, a la fe, la libertad y la paz de Cristo”.
Francisco se ha referido a las reformas normativas que “serán más fructíferas en la medida en que vayan acompañados de nuevas reformas en el ámbito penal, especialmente en la lucha y represión de los delitos financieros, y de la intensificación de otras actividades encaminadas a facilitar y agilizar la cooperación internacional entre los órganos de investigación del Vaticano y las instituciones similares de otros países”. Ámbito este en el que a invitado a con urgencia “nuevas y más incisivas formas de cooperación”.
Así, desde que los procedimientos vaticanos “para la absoluta transparencia de las actividades institucionales”, “especialmente en el ámbito económico y financiero, se inspiren siempre en los principios fundacionales de la vida eclesial y, al mismo tiempo, tengan debidamente en cuenta los parámetros y las ‘buenas prácticas’ vigentes a nivel internacional, y aparezcan como ejemplares, como se requiere de una realidad como la Iglesia católica”. Para ello pidió a quienes trabajan en estas instituciones un comportamiento “irreprochable y ejemplar para el presente y el futuro”.
Como línea de trabajo ha marcado el Papa “la igualdad de todos los miembros de la Iglesia y su igual dignidad y posición afloren en el actual sistema procesal, sin privilegios que retroceden en el tiempo y que ya no son acordes con las responsabilidades que cada uno tiene en la construcción de la Iglesia”. “Esto requiere solidez en la fe y coherencia en el comportamiento y las acciones”, añadió.
“Estamos llamados a dar un testimonio concreto y creíble, en nuestras respectivas funciones y tareas, del inmenso patrimonio de valores que caracteriza la misión de la Iglesia, su ser ‘sal y luz’ en la sociedad y en la comunidad internacional, especialmente en momentos de crisis como el actual” reclamó el pontífice. También invitó a todos los trabajadores a no descuidar el poder de la oración y el sentido cristiano de la Justicia.