La Santa Sede, a través de su nunciatura en Polonia, ha anunciado hoy que actúa con contundencia contra dos obispos sobre los que parece haber abundantes pruebas de haber encubierto abusos sexuales por parte de sacerdotes. Se trata de Edward Janiak, ex obispo de Kalisz, y Slawoj Leszek Glodz, ex arzobispo de Gdansk, quienes tuvieron que renunciar meses atrás al saltar el escándalo.
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Más allá de su salida, que será total al no poder permanecer si quiera en las que fueron sus diócesis, Roma obligará a ambos pastores a pagar a las víctimas de los abusos a través de un fondo específico para ello. La tercera medida también es tajante: no podrán celebrar misa en público.
Escándalo mediático y respuesta política
Ambos casos representan el último caso de una situación que está levantando una gran polvareda en un país fuertemente católico como Polonia. De hecho, muchos analistas entienden que se ha levantado una especie de caja de Pandora tras el eco originado por varias películas y documentales en las que numerosas víctimas de abusos señalan haberlo sido de sacerdotes.
Hasta tal punto está creciendo el escándalo que la oposición ha impulsado en el Parlamento una comisión de investigación que vaya mucho más allá que la que hace un año tuvo que crear el Gobierno, entendiendo que esta, en el fondo, no busca esclarecer la verdad y sí exculpar a los representantes eclesiales.
¿El Gobierno tapa?
Los primeros trabajos de esta comisión parlamentaria parecen confirmar este temor, observando que el apenas medio centenar de casos investigados no se corresponden, en absoluto, con los miles más de los que hablan asociaciones de víctimas independientes.
En medio de la polémica, uno de los nombres señalados con más fuerza es el del cardenal Stanislaw Dziwisz, antiguo secretario de Juan Pablo II y arzobispo emérito de Cracovia, a quien la Fiscalía polaca investiga como posible encubridor de delitos de pederastia clerical.
