Días atrás, los obispos de Guatemala pedían al Gobierno que acelere el acceso a las vacunas contra el COVID-19 y establezca su administración con criterios justos, al tiempo que instaban a los países desarrollados a solidarizarse con los que disponen de menos recursos para su adquisición. Lo hacían a través de un mensaje firmado por el cardenal Álvaro Leonel Ramazzini Imeri, obispo de Huehuetenango, en su condición de coordinador de la Comisión Episcopal de Justicia y Solidaridad y, especialmente, como responsable de la Pastoral de la Salud-VIH.
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PREGUNTA.- ¿Cómo está viviendo el pueblo de Guatemala esta pandemia y la crisis que ha desencadenado a nivel mundial?
RESPUESTA.- Nos está afectando muchísimo, y se traduce en muy diversos aspectos: incontables puestos de trabajo perdidos; el comercio informal muy disminuido en muchas de nuestras poblaciones; los hospitales nacionales totalmente saturados, mientras apenas nos ha llegado una cantidad mínima de vacunas y no sabemos cuándo llegará el total ni cuántas serán; grandes dificultades para recibir las clases telemáticamente, ya que en muchos lugares no hay acceso a internet o las familias no tienen en sus casas ni teléfono ni ordenadores; discrepancias entre las estadísticas ofrecidas por el Gobierno y las estadísticas reales…
P.- Son muchas las esperanzas que el mundo entero ha depositado en las vacunas, y ustedes mismos han animado a la población a vacunarse. ¿Se están respetando los protocolos establecidos o han sufrido algún episodio de ‘vacunagate’, como ha ocurrido en otros países? ¿Se han visto implicados también miembros de la Iglesia?
R.- Sí, ciertamente hubo algunos casos, aunque ninguno de la jerarquía de la Iglesia.
Insolidaridad internacional
P.- ¿No tiene la impresión de que el proceso de vacunación está revelando la falta de solidaridad internacional con los más desfavorecidos, como ocurre en tantos otros aspectos de las relaciones entre países?
R.- Ciertamente. Mientras que leo en la prensa que en Estados Unidos han superado la cifra propuesta por el presidente Joe Biden de vacunar a un millón de ciudadanos cada día y ha logrado muchísimo más, aquí en Guatemala ni siquiera se ha logrado vacunar al personal sanitario en su totalidad. ¿Cuándo podrán ser vacunados los 13 millones de personas previstas o menos, pues no incluyo a niños y niñas?
P.- ¿Cómo están respondiendo las autoridades guatemaltecas al enorme desafío que supone una crisis de esta envergadura?¿Siente que están a la altura de unas circunstancias tan especiales como las que estamos viviendo?
R.- Según mi parecer, que es muy discutible, pienso que no. A estas alturas de la pandemia, la famosa frase “sálvese quien pueda” parece estar cobrando fuerza. No solo por parte de las autoridades, sino también por parte de la población, en cuyo seno muchísimos individuos siguen sin creerse que existe un virus que se llama coronavirus. También en muchos lugares las personas no se presentan a los servicios de salud. Hay mucha desconfianza en torno a la necesidad de ponerse la vacuna. Es verdad que hay mucha publicidad para aclarar las cosas al respecto, tanto en el sector privado como por parte del Gobierno. Pero creo que estamos pagando ahora las consecuencias del descuido, sobre todo del Ejecutivo anterior, de crear confianza en la población hacia sus autoridades.
Dificultades para la Iglesia
P.- ¿Y la Iglesia cómo está afrontando la situación actual?
R.- Con dificultades. Hemos tomado medidas restrictivas siguiendo las decisiones gubernamentales, lo que nos ha valido críticas incluso de los fieles católicos, pero hemos insistido en que lo que nos interesa es la salud de las personas. De hecho, este año –como ocurrió el pasado– no habrá procesiones ni ha habido vía crucis públicos. A mi juicio, hemos sido estrictos en cumplir las normas del Estado, pero lo hacemos con toda conciencia: queremos ayudar a atajar la pandemia. Ya puede imaginarse que, aparte de no ofrecer todo el servicio pastoral que quisiéramos dar a las comunidades, enfrentamos una seria crisis económica, pues prácticamente dependemos de las limosnas de los fieles. Pero esto no nos importa. Nos apretaremos el cinturón, pero no queremos ser cómplices del aumento de contagios. (…)