Tras haberlo hecho el año pasado, el papa Francisco no ha presidido en esta Semana Santa del 2021 la Misa de la Cena del Señor en la tarde del Jueves Santo en la Basílica Vaticana. La pandemia obligó a suspender la costumbre del Papa de tener esta celebración en privado con alguno grupo de personas vulnerables, principalmente en las cárceles y en alguna residencia. Aunque el pontífice sí que ha presidido la Misa Crismal de la mañana, ha sido el cardenal Giovanni Battista Cardenal Re, prefecto emérito de la Congregación para los Obispos y presidente emérito de la Pontificia Comisión para América Latina, como decano del Colegio Cardenalicio quien ha ocupado su lugar en la celebración vespertina.
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La celebración ha comenzado a las 18:00 h. y ha contado con la presencia de un grupo de cardenales y obispos, superiores de la Secretaría de Estado y los canónigos de la Basílica vaticana. Para restar posibles elementos de contagio, se han suprimido de la celebración el rito del lavatorio de pies y la procesión de las ofrendas, don gestos muy propios de la celebración del Jueves Santo.
El regalo de la eucaristía
En su homilía, el cardenal Re destacó que en la celebración se concentra “una extraordinaria intensidad de sentimientos y pensamientos” al “revivir la tarde en la que Cristo” ha instituido la eucaristía y el sacerdocio a la vez que dejó el mandamiento el amor fraterno. Re recordó que Jesús propone un “amor hasta el extremo” a través de la experiencia de ser consciente de cuanto ha sido amada la humanidad desde el amor de Cristo que “se ha ofrecido a sí mismo, su cuerpo y su sangre, toda la persona”.
“La existencia de la eucaristía se explica solo porque Cristo nos ha amado y ha querido hacerse cercano a cada uno de nosotros por todos los siglos, hasta el fin del mundo”, recalcó. Por ello, el sacramento de una eucaristía, señaló un decano, es un “regalo precioso” como “sostén de nuestra historia” y definida por el Vaticano II como “culmen” y “fuente” de la que surge toda la vida cristiana.
“Frente al Sagrario cada uno puede confiar cuanto tiene en el corazón y recibir consuelo y fuerza, recibir la paz del corazón”, añadió Re. Para el decano, la eucaristía “no solo en una realidad para creer si no para vivir” a través de gestos de cercanía y solidaridad para “no abandonar a ninguno” y “reconocer en rostro de Cristo en los sufrientes”.
Los desafíos de una pandemia
Respecto a la “institución del sacerdocio católico”, el purpurado ha destacado la voluntad de Jesús de que los sacramentos de la eucaristía y del perdón fueran transmitidos continuamente al todo el mundo. Aunque no se puedan desarrollar adoraciones durante la noche por las restricciones, el cardenal Re ha invitado a todos a rezar en las propias casas para pedir la fuerza necesaria para “sacer frente a los grandes desafíos de la pandemia que ha dejado víctimas por todo el planeta”. “Hemos experimentado como un pequeño virus ha puesto de rodillas al mundo entero”, recalcó pidiendo el fin de la pandemia con los avances científicos y “elevando una gran oración coral para que la mano de Dios venga en ayuda y ponga fin a esta situación” y sus muchas consecuencias –lo que ha definido como “llamar al corazón de Dios”–.
El último elemento que destacó Re de las lecturas es que la tarde del Jueves Santo es también la de la “traición de Dios” que se une al “amor de Dios”. Así ha invitado a “tomar conciencia de los propios pecados” para caminar “por el camino de la renovación y obtener el perdón de Dios”.
El papa Francisco no ha acudido a la misa a San Pedro. La Oficina de Prensa de la Santa Sede publicó un escueto comunicado al final de la mañana del Jueves Santo con algunos detalles genéricos de la celebración presidida por el cardenal Re pero sin precisar la agenda del pontífice para la tarde de este 1 de abril.