Por segundo año consecutivo, debido a la pandemia, el Pontífice ha presidido la oración este Viernes Santo en la Plaza de San Pedro y no en el Coliseo de Roma
Contemplar el camino de Jesús hacia la cruz, su ‘via crucis’, es algo más que una reflexión teológica; es una experiencia de fe. Así lo ha vivido Francisco que se ha abrazado a la cruz en la última estación. Por eso el Via Crucis del Viernes Santo de este 2021 ha vuelto a ofrecer la frescura de al autenticidad –aunque repitiendo escenario en una casi vacía Plaza de San Pedro lejos del imponente anfiteatro Flavio, el Coliseo–. Una autenticidad que se ha mostrado en las meditaciones directas, en primera persona, que han propuesto los componentes del Grupo Scout Agesci Foligno I de los valles franciscanos en la Umbría italiana. Y junto a ellos los catequizandos de la parroquia romana de los Santos Mártires de Uganda, la experiencia romana más elocuente de catequesis para y con personas con discapacidad.
Los jóvenes autores de las meditaciones han comenzado el Via crucis con una actualización del “Jesusito de mi vida”, afirmando que “también nosotros los niños tenemos cruces, que no son ni más livianas ni más pesadas que las de los grandes, pero que son verdaderas cruces, que sentimos pesadas también de noche”. Frente a la oscuridad ha pedido no temer la soledad, los miedos paralizantes, el rechazo o la necesidades.
“Ayúdanos a ser cada vez más buenos, a ser como Tú nos quieres. Y te agradezco porque sé que siempre estás cerca de mí y que nunca me abandonas, sobre todo cuando tengo más miedo, y porque has enviado a mi Ángel custodio que cada día me protege e ilumina”, han implorado los pequeños.
A lo largo de las estaciones se han presentado 14 testimonio y otras tanta oraciones compuestas por los propios niños que han precedido a la plegaria dela papa Francisco. en primera persona la indiferencia de quien ve como le quitan la merienda a un compañero de clase o las burlas a una compañera a la que le cuesta leer en público porque “la persecución no es un recuerdo lejano de hace dos mil años, a veces algunas de nuestras acciones pueden juzgar, herir y pisoteara un hermano o a una hermana”.
También los niños han ofrecido su sensación de fracaso y desconsuelo o el apoyo incondicional de una madre: “en los momentos más difíciles no necesito decir palabras, basta una mirada, ella se da cuenta enseguida y me ayuda a superar cada sufrimiento”. Otro testimonio mostró la alegría de integrar a un compañero, a pesar de los prejuicios iniciales por su origen diferente. La escena de la Verónica puede suceder para los niños en un vestuario de fútbol tras una derrota porque “en el rostro afligido de un amigo, o incluso de un desconocido, está el rostro de Jesús que pasa por el mismo camino que yo… ¿Tendré la valentía de acercarme?”
Los pensamientos de alguien que queda fuera del reparto de los protagonistas de la función de fin de curso también pasaron por el Via Crucis en la plaza de San Pedro. La mentira de unos hermanos a su madre y la corrección fraternatambién se vive desde la niñez, “un gesto difícil pero necesario, requiere valor, sencillez y delicadeza”. La pandemia también ha destapado el dolor de quienes no han podido ver a los abuelos, afrontar su muerte o la imposibilidad de reunirse presencialmente con el grupo de scout. “La tristeza de la soledad a veces se vuelve insoportable, nos sentimos ‘abandonados’ por todos, incapaces de volver a sonreír. Como Jesús, nos encontramos caídos por tierra”, apuntaron los niños.
Gestos de solidaridad como una recogida de juguetes o en pasando el día de Navidad con los más necesitados han sido otra de las emociones compartidas por los pequeños. “Ofrecernos nosotros mismos y nuestro servicio con amor es la lección que nos da Jesús en la cruz”, reflexionaron.
No podían faltar en Italia “los niños víctimas de la mafia”. “Jesús, muriendo en la cruz, nos ha dado la salvación a todos. No vino a llamar a los justos, sino a los pecadores que tienen la humildad y la valentía de convertirse”, apuntaron en la 12ª estación, la de la muerte de Jesús invitando a la reconciliación. La esperanza descubierta entre las dificultades del confinamiento constituyeron l meditación de la última estación.
La realización televisiva, fundamental este año que se ha celebrado un acto tan reducido para el público por las limitaciones a la movilidad debido a la pandemia, ha estado en sintonía con las meditaciones. Ha sido gracias a los dibujos de realizados por niños y jóvenes de la casas familiares “Mater Divini Amoris” y “Tetto Casal Fattoria” de Roma.
Los residentes han plasmado sus sufrimientos y las necesidades de redención en Jesús. Los niños han ilustrado los momentos que se contemplan en las diferentes estaciones del Via Crucis con gestos de ayuda, de consuelo, de acompañamiento o de soledad. Cada estación ha contado con una imagen y un frase en forma de oración de los niños. Jesús es, para los más pequeños, ejemplo de humildad, de hacer las cosas sin protestar, de ayuda a los amigos, de respeto, de serenidad o perdón.