“Para mí, en lo que a nosotros respecta, los ‘cristianos marxistas’ se habían subido a un caballo que supuestamente era un ganador, pero que resultó estar drogado”. Así se expresa el jesuita Jorge Mario Bergoglio en unos apuntes inéditos desvelados porLa Civiltà Cattolica, unas notas que datan de 1987 y 1988. Se trata de unas reflexiones del actual Papa cuando estaba trabajando en su tesis sobre Romano Guardini y ahonda el uso del análisis marxista para la interpretación de la realidad, llegando a la conclusión del “fracaso” de unas categorías que considera obsoletas.
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Incluso echa mano del investigador dominico Plácido Claver para aseverar que “por miedo a ser los últimos cristianos, los cristianos marxistas son en realidad los últimos marxistas”. Desde ahí, alerta del riesgo de caer en el relativismo cuando “cada realidad impone principios interpretativos que la “abren” al conocimiento”. De la misma manera, avisa del peligro de caer en “las trampas del idealismo, de la mera fenomenología y de identificar el ser con el conocimiento”.
El riesgo de proyectar
Para Bergoglio, “interpretar la realidad no puede consistir en proyectar una idea sobre ella, ni en describir lo fenomenológico sin trascender el fenómeno mismo, ni en asumir la inmanencia del pan-entismo ( pan-ontoísmo ), que siempre acaba -como toda gnosis- en el panteísmo”. “Entonces, ni el idealismo, ni el fenomenalismo, ni la gnosis serán adecuados”, apostilla.
El jesuita pensador apunta que “las categorías de conocimiento más adecuadas para un ser o una realidad son aquellas que permiten que el ser o la realidad se manifieste tal cual es . Esta es la verdad: captar y hacer explícita la manifestación del ser”. Y concluye: “Aquí no hay relativismo ni ideología… simplemente realidad, ser, es decir, aquello que se manifiesta e impone su realidad a la apertura del intelecto del conocedor”.
Principios interpretativos
“Mi hipótesis -expone en estas notas- es que los principios interpretativos de cualquier realidad deben inspirarse en la realidad misma, tal como es: tanto la realidad que se interpreta como la realidad de quien interpreta.
Según detalla el jesuita Diego Fares, al estudiar estos textos desconocidos de Francisco, “destaca es el vigor de un pensamiento original y maduro, avanzando con libertad de espíritu y creatividad, en busca de criterios para interpretar la realidad que nos permitan pensar y discernir sin caer en rigidez o relativismo”.
