En la Iglesia nunca hay ningún duelo “que se quede solo” ni ninguna lágrima “que se derrame en el olvido”, pues “todo respira y participa de una gracia común”, asegura Francisco en su catequesis
El papa Francisco retomó este miércoles su ciclo de catequesis sobre la oración centrando su meditación en la audiencia general, celebrada a puerta cerrada en la biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano, sobre la relación entre la oración y la comunión de los santos. Estos son testigos que los fieles “no adoramos”, pero se “veneran” y que “de mil maneras diferentes nos remiten a Jesucristo”.
Improvisando sobre el texto que tenía preparado, Jorge Mario Bergoglio destacó que “un santo que no te remite a Jesucristo no es santo ni es cristiano”. Los santos deben en cambio “recordarnos” a Cristo, porque ellos “recorrieron ese camino”, y también mostrarnos que en la vida de cada persona, “aunque débil y marcada por el pecado, la santidad puede florecer”. La santidad, insistió, siempre es “un testimonio”, el que ofrece “el hombre o la mujer que ha encontrado a Jesús y lo ha seguido. Nunca es tarde para convertirse al Señor”.
En su catequesis, que por primera vez el Vaticano ofreció también en lenguaje de signos a quienes la seguían a través de Internet, el Papa comentó que las oraciones resultan “difusivas”, porque “se propagan continuamente, con o sin mensajes en las redes sociales: desde las salas del hospital, desde las reuniones festivas y hasta los momentos en que se sufre en silencio”.
Cada vez que los fieles “juntamos las manos y abrimos nuestro corazón a Dios”, continuó Francisco, nos encontramos “en compañía de santos anónimos y santos reconocidos que rezan con nosotros, y que interceden por nosotros, como hermanos y hermanas mayores que han pasado por nuestra misma aventura humana”. De esta manera, en la Iglesia nunca hay ningún duelo “que se quede solo” ni ninguna lágrima “que se derrame en el olvido”, pues “todo respira y participa de una gracia común”.
Rezar por alguien, comentó el Pontífice más adelante en su catequesis, supone “la primera forma de amarla”. Incluso en los momentos de conflicto hay que recurrir a la oración, pues al rezar por aquel al que estamos enfrentados se “ablanda” el corazón. “El Señor lo cambia para favorecer un nuevo encuentro y evitar que conflicto se convierta en una guerra sin fin”, dijo Bergoglio, que recordó una vez más que estamos rodeados “aquí en la tierra” de hombres y mujeres santos. “Ellos no lo saben, pero hay santos de todos los días, santos escondidos o como me gusta decir, santos de la puerta de al lado”.
En sus saludos en los distintos idiomas al final de su catequesis, el obispo de Roma recordó a las víctimas en las recientes inundaciones en Indonesia y Timor Este y tuvo palabras de reconocimiento para el club Athletica Vaticana.Animó a sus miembros a “seguir difundiendo la fraternidad en el ámbito deportivo”, teniendo siempre una especial atención con las personas “más frágiles”.