El papa Francisco pide un plan global para la recuperación económica postcovid. Así lo ha puesto de manifiesto en la carta enviada a la reunión de primavera del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional /FMI), que se celebra de forma online del 5 al 11 de abril. A través de Peter Turkson, cardenal prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, y basándose en sus encíclicas ‘Fratelli Tutti’ y ‘Laudato si”, el Pontífice llama a un modelo más “inclusivo” y “sostenible”.
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Además, el Papa ha instado una vez más a ser solidarios con las vacunas, porque “no podemos permitir que la ley del mercado prevalezca sobre la ley del amor y la salud de todos”.
“En el último año, como resultado de la pandemia del Covid-19, nuestro mundo se ha visto obligado a enfrentar una serie de crisis socioeconómicas, ecológicas y políticas graves e interrelacionadas. Espero que sus discusiones contribuyan a un modelo de recuperación capaz de generar soluciones nuevas, más inclusivas y sostenibles para apoyar la economía real, ayudando a las personas y comunidades a lograr sus aspiraciones más profundas y el bien común universal”, ha comenzado el Papa.
Asimismo, ha recordado que “la noción de recuperación no puede contentarse con volver a un modelo desigual e insostenible de vida económica y social, donde una pequeña minoría de la población mundial posee la mitad de su riqueza”.
Los pobres, excluidos
Francisco ha insistido en que todos los hombres y mujeres son creados a imagen y semejanza de Dios; no obstante, “muchos de nuestros hermanos y hermanas, especialmente aquellos que se encuentran al margen de la sociedad, están excluidos del mundo financiero”.
“Si bien muchos países están consolidando planes de recuperación individuales, sigue existiendo una necesidad urgente de un plan global que pueda crear instituciones nuevas o regenerar las existentes, particularmente las de gobernanza global, y ayudar a construir una nueva red de relaciones internacionales para promover el desarrollo humano integral de todos los pueblos. Esto significa necesariamente dar a las naciones más pobres y menos desarrolladas una participación efectiva en la toma de decisiones y facilitar el acceso al mercado internacional”, ha agregado.
Jorge Mario Bergoglio ha reclamado “un espíritu de solidaridad mundial”, que “exige una reducción significativa de la carga de la deuda de los países más pobres, agravada por la pandemia. Aliviar la carga de la deuda de tantos países y comunidades hoy en día es un gesto profundamente humano que puede ayudar a las personas a desarrollarse, a tener acceso a las vacunas, la salud, la educación y el empleo”.
¿Y la deuda ecológica?
Tampoco ha pasado por alto Bergoglio la “deuda ecológica”. “Estamos en deuda con la naturaleza misma, así como con las personas y los países afectados por la degradación ecológica inducida por el hombre y la pérdida de biodiversidad”, ha puntualizado.
Para un desarrollo “justo” e “integrado” es “fundamental” atender al “bien común universal”, ha afirmado, para luego rematar: “De ello se desprende que el dinero público nunca puede disociarse del bien público, y los mercados financieros deben estar respaldados por leyes y reglamentos destinados a garantizar que realmente funcionen para el bien común”. Porque “un compromiso con la solidaridad económica, financiera y social implica, por tanto, mucho más que realizar actos esporádicos de generosidad”.
Según la misiva, “es hora de reconocer que los mercados, especialmente los financieros, no se gobiernan por sí mismos. Los mercados deben estar respaldados por leyes y regulaciones que garanticen que funcionan para el bien común, garantizando que las finanzas, en lugar de ser meramente especulativas o financiarse en sí mismas, funcionen para los objetivos sociales que tanto se necesitan en el contexto de la actual emergencia sanitaria mundial”.