Si en la corte británica existe la “leal oposición a Su Majestad”, parafraseándolo, podríamos preguntarnos si Hans Küng ha sido durante años la “leal oposición a Su Santidad”. Opositor, sin duda, el teólogo suizo lo ha sido durante toda su actividad académica y autoral. Sobre su lealtad, las opiniones se dividen, aunque yo creo, sin embargo, que lo que sí ha sido durante toda su vida es leal a sus ideas y planteamientos teológicos, contra vientos y mareas vaticanas, que no le han faltado.
A la hora de escribir esta nota, en la misma tarde del martes 6 de abril en que se ha producido la muerte de Küng, no ha habido reacción alguna del Papa emérito y tampoco es seguro que la haya. Se llevaban un año de diferencia: Joseph Ratzinger nació el 16 de abril de 1927 en la localidad bávara de Marktl an Inn y cumplirá 94 años dentro de diez días.
Küng lo hizo casi un año después, el 19 de marzo de 1928 en Sursee (cantón de Lucerna), y acababa de cumplir los 93. Desde hace un par de años, padecía una grave fase de la enfermedad del Parkinson.
Ambos, jóvenes y prometedores teólogos, trabajaron juntos como expertos al servicio del Episcopado alemán durante las sesiones del Concilio Vaticano II. Volvieron a coincidir en los años 60 como profesores en la Facultad de Teología de la Universidad de Tubinga y fue Küng quien, precisamente, hizo venir a Ratzinger como profesor de Teología Dogmática.
Sus caminos se separaron en 1969 después de las zozobras causadas por los movimientos estudiantiles de 1968; Ratzinger emigró de dicha universidad, mientras que Küng continuó sus clases en Tubinga, ciudad donde ha muerto.
El profesor suizo-alemán ha sido un autor muy prolífico. Sus bibliografía cuenta con más de 40 títulos, no todos de igual importancia e interés. Destacó, por el impacto mundial que causó, su ¿Infalible? Una pregunta, publicado en 1970 y traducido a numerosas lenguas, en el que criticaba la infalibilidad del Papa. Otros destacados fueron Contra la traición al Concilio. Dónde va la Iglesia católica y, el último, Frente al Papa. Mi vida en la Iglesia desde Pío XII a Francisco.
Dos grandes temas destacan en toda su producción: el ecumenismo y el diálogo interreligioso, especialmente con el islam, así como el papel de la mujer en la Iglesia. Yo quisiera destacar uno de sus libros más positivos: Ética mundial para la política y la economía, del que nació su fundación Ética Mundial, que ha sido la que ha dado la noticia de su muerte.
En 1965, la Congregación para la Doctrina de la Fe, cuyo prefecto era entonces el cardenal Alfredo Ottaviani, le convoca por primera vez. En los años posteriores, las llamadas se suceden y, después de innumerables encuentros y discusiones de alto nivel, el 18 de diciembre de 1979 se le revoca la llamada missio canónica, es decir, la posibilidad de seguir enseñando la teología católica. Es la primera sanción ejecutada por san Juan Pablo II, que, a partir de entonces, se convierte en el “enemigo número uno de Hans Küng”.
Recuerdo, como me contó en su día el obispo del que dependía la Facultad de Teología de Tubinga, que, cuando este le llamó para comunicarle la decisión de Roma, su contestación fue que no podía acudir a la cita porque se encontraba pasando unas vacaciones en Florida. Küng siguió siendo sacerdote e impartiendo clases de teología en el instituto autónomo que él mismo fundó en Tubinga.
A partir de ese momento, sus críticas a Karol Wojtyla fueron implacables. Le acusó de ser un Pontífice lleno de grandes contradicciones, un “dictador espiritual”, fanático y no pastor, gran inquisidor… En un coloquio llegó a desear que surgiera “un Gorbachov que proteste contra la dictadura espiritual en la Iglesia”. En otra entrevista afirmó: “Juan Pablo II predica los derechos del hombre en el exterior, pero los ha negado dentro, en especial, a los obispos, a los teólogos y, sobre todo, a las mujeres”.