“Santa Teresa de Ávila ilumina, motiva e impulsa la reforma en la Iglesia hoy”. Palabra de Aquilino Bocos. El cardenal ha abierto esta tarde el Congreso Internacional ‘Santa Teresa de Jesús, Mujer Excepcional’, que conmemora los 50 años de la mística como doctora de la Iglesia. El misionero claretiano ha regalado una ponencia magistral en la que ha establecido las convergencias entre la reforma de la contemplativa y la llevada a cabo hoy por el papa Francisco.
“La experiencia de la Santa demuestra que el cambio es posible. Ejerce una función profética singular. No hace previsiones de futuro, pero prepara el futuro desde la experiencia de Dios en su vida y proponiendo a los demás el camino a seguir. Y lo hace con patente realismo, con sensatez y sabiduría y con un ajustado tono crítico para los ansiosos, los poderosos, los ambiciosos…”, porque “solo Dios basta”, ha recalcado el purpurado parafraseando a la primera mujer doctora de la Iglesia.
En su ponencia, titulada ‘La reforma teresiana y nuestra reforma. La inolvidable lección de la primera doctora de la Iglesia’, el religioso ha trazado el perfil de santa Teresa, cuya figura “fascina por haber sido agraciada, por haberse dejado seducir por el Espíritu”. Y “fascina su estilo de vida y la sublime y siempre nueva doctrina que nos dejó en sus escritos, llenos de imágenes y ricos en evocaciones”, ha agregado, para luego resaltar: “Fascina por igual su obra: la reforma de la vida carmelitana”.
Santa Teresa fue una mujer de contrastes, “humana-divina; dama y mujer del pueblo; contemplativa y andariega; llena de achaques y metida en mil negocios; atrevida y sumisa; reflexiva y extrovertida en las relaciones; suave en la conversación y de palabras arcanas; apegada a la tradición y con alto vuelos de futuro; mística y con los pies en la tierra. Se mueve con naturalidad en lo cotidiano. Es portadora de la sorpresa del Espíritu en ella y, a través de ella, en la Iglesia y en la sociedad de la que no es ajena. Supo unir contemplación y apostolado”, ha constatado.
Bocos se ha referido a ella como una “discípula aplicada y aventajada”. “Tuvo una admirable apertura de mente y corazón y su gusto por los libros fue algo más que mera afición”, ha señalado. Además, “entre sus grandes maestros figuran hermanos del Carmelo, Franciscanos, Dominicos, Jesuitas, Agustinos y sacerdotes seculares, entre los que destaca San Juan de Ávila”, ha añadido.
Eso sí, la discípula se hace “maestra y madre”. “Recreó el lenguaje desde una singular y sublime experiencia mística. Intenta vincular letras, cultura y amor de Dios. De discípula pasa a ser maestra incluso de grandes letrados y doctores que la trataron o con quienes se confesaba. Cuando escribe no produce libros; genera vida. Ella habla desde un interior laboriosamente cultivado por las lecturas y la experiencia de la vida y desde el misterio que le habita por dentro y que describe como luz, manantial, brasero, sello, rayo”, ha afirmado.
En relación al itinerario espiritual teresiano, el cardenal ha resaltado que es “admirable su equilibrio y armonía interior”. “Se le halla siempre en búsqueda y conjuga la pregunta y la respuesta. Parece estar siempre caminando, pero es celosa de su reposo. Se siente pecadora y disfruta de paz en las manos misericordiosas del Padre. Guarda silencio y su corazón exulta de gozo alabando y bendiciendo. Ante las contradicciones, discierne con sabiduría y determina con serenidad. Misionera desde su clausura. Ora y sirve. Sufre y ama”, ha recalcado.
El cardenal ha reflexionado en torno a los cinco puntos clave de la reforma teresiana: (1) la experiencia vocacional, (2) la vuelta a los orígenes, (3) la nueva propuesta de vida comunitaria, (4) la fidelidad creativa en la verdad, la libertad y el amor al servicio de la Iglesia, y (5) el discernimiento, osadía y determinación.
“Se sintió llamada a abrazar la vida religiosa y, en ella, a centrarse en el seguimiento de Jesús. Experimenta la asistencia del Espíritu Santo, quien la convierte, y la presencia de Nuestra Señora del Carmen, y de San José, maestro de oración. En lo sucesivo irán creciendo los deseos de mayor perfección, cuya puerta y camino es la oración, que le lleva a crear un estilo nuevo de vida con otras, que sientan lo mismo que ella, dando, así, origen a una nueva forma de vida religiosa”, ha dicho sobre el primer aspecto.
En relación al segundo punto, el purpurado ha destacado que “la opción por el seguimiento va unido al deseo por revivir los orígenes del Carmelo. No es una cuestión meramente formal, disciplinar, sino un renacer del carisma carmelitano que comporta escucha de la Palabra de Dios, contemplación, asiduidad en la oración, soledad y quietud, vaciamiento total, pobreza rigurosa y vida comunitaria alegre y sin diferencias”.
Asimismo, sobre el tercer aspecto ha resaltado los “brotes de novedad” sobre todo en la vida comunitaria, a razón del número de monjas, el estilo de vida sencillo y alegre, la clausura, el trabajo manual y la buena formación de las monjas.
“La verdad, la libertad y el amor son los elementos que crean y mantienen la atmósfera en la que se mueven los santos, sobre todo, las fundadoras y fundadores. Son el triple apoyo de su proceso de reforma que puso al servicio de la Iglesia”, ha afirmado al respecto del cuarto punto.
Y sobre el quinto aspecto, ha indicado que “ella, mujer y mística –aunque no era fácil en aquellos tiempos reconocer la dignidad y valía de la mujer–, mantiene en su vida una gran libertad y audacia para acoger y defender su sublime experiencia religiosa y narrarla con sinceridad y llaneza, sin dejar de ejercer con clarividencia y honestidad el discernimiento. Osadía, firmeza, atrevimiento, valentía, arrojo, intrepidez, determinación, en la santa, tienen un mismo substrato de confianza: sabe que Dios la ama y que es siempre fiel”.
Tras detallar los puntos centrales de la reforma teresiana, Bocos ha caminado hasta el Concilio Vaticano II y la llamada a la renovación, para adentrarse en el pontificado de Francisco, quien “viene hablando de la necesidad de afrontar los desafíos que experimenta la Iglesia como sujeto evangelizador en un mundo convulsionado por la crisis antropológica, ética, económica, política y cultural. Y ahora por la pandemia. Podemos darnos cuenta releyendo ‘Evangelii gaudium’, ‘Laudato si’’, ‘Amoris laetitia’, ‘Gaudete et exultate’, ‘Fratelli Tutti’“, ha apuntado.
En este punto, Bocos se ha detenido a detallar los siete puntos clave de la reforma del Papa: (1) la vocación como interpelación constante, (2) la visión dinámica de la realidad y comprensión de la persona como sujeto relacional y con dignidad trascendente, (3) la alegría como don y como misión, (4) la misericordia, a la que considera la viga maestra que sostiene la Iglesia, (5) la pastoral en conversión. Salida de sí y habitar las periferias, (6) la armonía de las diferencias, (7) la sinodalidad.
Así, ha añadido dos actitudes básicas en su reforma: (1) el despojo, desasimiento, libertad interior y disponibilidad, porque “Jesús, a quien ha puesto en el centro de la reforma, nos enseñó la humildad, la pobreza, la proximidad, la itinerancia y el encuentro”, y (2) el discernimiento como modo de proceder, porque “el discernimiento pide sabiduría para interpretar los signos de los tiempos. El discernimiento nos hace elegantes. Nos ayuda a elegir con agradecimiento, sencillez y responsabilidad, que eso es la elegancia”.
Por otro lado, el purpurado ha querido dejar claro que “la reforma de la Iglesia depende, en gran parte, de la reforma de sus miembros. Todos: obispos, sacerdotes, religiosos, laicos. Las personas reformadas acaban con las estructuras que entorpecen el dinamismo evangelizador de la Iglesia”.
Después de tejer ambos perfiles reformadores, Bocos ha aludido a sus convergencias. “Los dos parten subrayando la importancia de la experiencia vocacional. Buscan el rostro de Dios, escuchan su Palabra y confiesan con firmeza la primacía de Dios en Cristo, centro de la vida personal y de la Iglesia”, ha destacado.
Según el purpurado, ambos “fomentan la interioridad frente a la dispersión y la disgregación y aspiran a la plenitud. Cultivan procesos de crecimiento personal y de transformación estructural e impulsan el desasimiento y la disponibilidad para cumplir la voluntad de Dios que hace nuevas todas las cosas”.
Asimismo, el cardenal ha insistido en que no teorizan. “Viven en contacto con la realidad social y eclesial. Aman la verdad y defienden la libertad y la justicia. Practican la coherencia. Promueven un estilo de vida evangélico: cercano, fraterno, humilde, pobre y lleno de caridad apostólica”, ha señalado.
Por otro lado, ha indicado que los dos “sienten pasión por anunciar el Evangelio. Sus horizontes son universales y afrontan los acontecimientos adversos con determinación. Desde distintas perspectivas promueven una Iglesia en camino, en salida, samaritana y que opta por los pobres y excluidos”.
Además, ambos “prefieren a los testigos y a los artífices de la comunión, defienden y promueven la dignidad e igualdad de la mujer en la sociedad y en la Iglesia, y viven bajo el amparo de Santa María y de San José”.
Antes de concluir, el misionero claretiano ha dejado tres peguntas en el aire: “¿Qué buscamos en la reforma de la Iglesia? ¿Qué pretendemos y cuáles son nuestras prioridades? ¿Cómo nos vamos a implicar en ellas?”. Y es que “la Iglesia solo mejora con personas coherentes como Santa Teresa”. Del mismo modo, ha subrayado: “La reforma está iluminada y guiada por la resurrección de Jesús. Nuestra Santa se nos convierte en icono de nuestra reforma eclesial. Y más, si cabe, en este tiempo recio de pandemia”.
Foto: Diócesis de Ávila