Culturas

Una carmelita destapa el exilio a Ginebra de cuatro códices de Teresa de Jesús durante la Guerra Civil

La religiosa María José Pérez analiza en un trabajo de investigación la peregrinación europea de los textos originales de la santa abulense para salvarse del conflicto





“Es muy difícil enjuiciar, desde nuestra situación actual, si la decisión de sacarlos de allí fue un acierto o una temeridad innecesaria”. Es la reflexión que lanza la religiosa carmelita María José Pérez, perteneciente al Carmelo valenciano de Puzol, después de llevar a cabo un trabajo de investigación sobre la odisea a la que se enfrentaron durante la Guerra Civil los cuatro autógrafos de santa Teresa de Jesús que se conservan en la Biblioteca El Escorial desde 1592.



Hasta ahora se sabía que se sacaron del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial entre 1936 y 1939 con el fin de protegerlos y se daba por hecho que no habían abandonado nuestro país. Sin embargo, la religiosa ha podido comprobar que sí cruzaron la frontera en camiones junto a otras obras de arte como ‘Las Meninas’ de Velázquez, las ‘Majas’ de Goya o ‘La Anunciación’ del Greco con el objetivo de salvaguardar este patrimonio ante la amenaza de que fueran destruidos durante la contienda.

Última parada en tren

Pero, ¿cuál fue su destino en este exilio particular? Ginebra, a donde llegaron en tren. Así lo desvela en un artículo publicado en  ‘Revista de Espiritualidad’, publicación de referencia en materia de investigación sobre mística y espiritualidad editada por los Carmelitas Descalzos de España.

Hasta la ciudad suiza viajaron cuatro códices escritos de puño y letra por la doctora de la Iglesia: ‘Libro de la Vida’ (1565), ‘Camino de Perfección’ (1566, primera redacción), el libro de ‘Las Fundaciones’ (1573-1582) y el ‘Modo de visitar los conventos’ (1576).

Retorno al origen

“Allí, numerosas obras pictóricas fueron expuestas en una muestra sin precedentes. Los libros no formaban parte de esa exposición y regresaron, ya con la guerra acabada, a su lugar de origen”, relata Pérez a Vida Nueva, que confirma cómo las piezas fueron enviadas por la Junta del Tesoro Artístico, organismo de la II República creado precisamente para custodiar todos estos bienes. Un periplo que llevó a las obras de la santa de Ávila a peregrinar por Madrid, Barcelona, Figueras y Peralada antes de abandonar nuestro país.

La religiosa contemplativa reconoce que “la investigación fue complicada, por la dificultad añadida de hacerla desde el convento, sin desplazarme a los archivos”. De hecho, todo el trabajo lo ha llevado a cabo a partir de archivos digitales durante los meses de pandemia.

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