En su catequesis, Francisco advierte que cuando el demonio quiere combatir a la comunidad cristiana lo hace primero “tratando de secar sus fuentes, impidiéndole” la oración
La “tarea esencial” de la Iglesia es “rezar y educar” a hacerlo. En la audiencia general que presidió este miércoles a puerta cerrada en la biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano, el papa Francisco continuó con su ciclo de catequesis sobre la oración destacando cómo la Iglesia debe “transmitir de generación en generación la lámpara de la fe con el aceite de la oración”.
“Sin la luz de esta lámpara, no podremos ver el camino para evangelizar ni el camino para creer bien; no podremos ver los rostros de los hermanos a los que acercarse y servir; no podremos iluminar la habitación donde encontrarnos en comunidad”, dijo el Pontífice, subrayando que si no hay fe, “todo cae”, mientras que cuando falta la oración, “la fe se apaga”. Es por ello que la fe y la oración “van juntas” y que la Iglesia debe ser “casa y escuela de comunión, casa y escuela de fe y de oración”.
En su catequesis, Jorge Mario Bergoglio advirtió que cuando el demonio quiere combatir a la comunidad cristiana lo hace primero “tratando de secar sus fuentes, impidiéndole rezar”. Cuando falta la oración al principio se puede llegar a pensar que “todo puede ir hacia adelante como siempre” debido a la “inercia”, pero después la Iglesia toma conciencia de haberse convertido en un “envoltorio vacío”, por perder su “eje de apoyo”, su “fuente de calor y de amor”.
Francisco destacó una vez más que los hombres y mujeres santos “no tienen una vida más fácil que los otros”, pues también ellos “tienen sus problemas que afrontar y, además, a menudo son objeto de oposiciones”. Pero ellos echan mano de la “fuerza de la oración”, que sacan del “pozo inagotable de la madre Iglesia”. Consiguen así “sostener al mundo” no con las “armas del dinero y del poder, sino con las armas de la oración”.
Por ello los fieles deben preguntarse si ellos también rezan “con la Iglesia y en la Iglesia” o según sus propias ideas, cayendo así en una “oración pagana, no cristiana”. También invitó el Papa a tener paciencia para alcanzar el “hábito de la fe”, que no surge de manera inmediata sino que se desarrolla “a través de momentos de crisis y resurrecciones”. Finalmente tras superar algunos pasajes de la vida, “nos damos cuenta de que sin la fe no hubiéramos podido lograrlo y que la oración ha sido nuestra fuerza”.