“Los hijos de las tinieblas son muy hábiles para ocultar el veneno en una sabrosa manzana…”, dijo el cardenal mexicano sobre los candidatos “creyentes” que han aprobado leyes en contra de la dignidad humana
El próximo 6 de junio, los mexicanos elegirán a 500 diputados federales y a más de 1,100 diputados locales en diversos estados; también habrá cambios en 15 gubernaturas y 1,900 ayuntamientos y juntas municipales. Esto ha hecho que al proceso electoral 2021 se le considere el más grande de la historia en el país.
Las campañas electorales iniciaron el pasado 4 de abril, y la Iglesia ha comenzado a asumir un papel importante en la orientación de la comunidad católica: la Arquidiócesis de México, por ejemplo, publicó una guía para que los fieles puedan elegir a sus candidatos, y la propia Conferencia del Episcopado Mexicano lleva a cabo su asamblea, en la que, entre otros temas, se analiza el ambiente político que se vive en el país.
Una de las voces más reconocidas en la Iglesia mexicana es la del cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, quien además es el responsable de la Doctrina de la Fe en el Episcopado Mexicano, y quien en su artículo semanal titulado: “Legisladores por la dignidad humana”, hace una fuerte crítica a los candidatos a puestos de elección popular que dicen ser creyentes, pero que actúan en contra de su fe cristiana.
En primer lugar, tras percibir menos interés en la elección de diputados, en comparación con la efervescencia que se vive por las gubernaturas y las presidencias municipales, el cardenal Arizmendi recordó que los diputados, tanto federales como estatales, son de primera importancia, “pues de las leyes que emitan dependen mucho la vida, la educación, la economía, la salud, la familia, e incluso la libertad religiosa”.
En este contexto, el cardenal lamentó que si bien la mayoría de los legisladores y candidatos se declaran creyentes, “parece que su fe no les ilumina ni les importa; lo que les interesa es seguir los dictados de sus líderes, la línea que les llega desde la Presidencia de la República y de la Secretaría de Gobernación, para no perder la oportunidad de escalar a otros puestos”.
Dijo que esto lo hacen bajo el argumento de que son un Estado laico y que, por tanto, la religión nada tiene que ver con la vida pública. “No han entendido la laicidad del Estado, que implica que no debe haber una religión oficial, pero sí total respeto a las opciones religiosas de los ciudadanos”, aclaró.
“Tampoco han entendido lo que significa la fe cristiana, que engloba todos los aspectos de la vida, para iluminarlos, no para encadenarlos“.
El cardenal Arizmendi también hizo un recuento de las leyes que han sido aprobadas por la mayoría parlamentaria del partido del presidente en turno, “leyes discutibles en cuestiones económicas y en la liberación de la marihuana, por ejemplo”, dijo.
“Ahora están en proceso propuestas para liberalizar más el aborto y legitimar cualquier forma de unión de personas del mismo sexo como si fuera un matrimonio”.
En este sentido, dijo que “los hijos de las tinieblas son muy hábiles para ocultar el veneno en una sabrosa manzana…”, pues también “están por limitar la libertad religiosa de los ministros, bajo el argumento de evitar discriminaciones”.
Denunció que detrás de la más alta tribuna diaria, se aboga por evitar la corrupción, “pero ésta se introduce donde quiera y contamina todo; parece estar fuera de control”.
“Se quiere avanzar en madurez democrática, pero se descalifica y se amenaza a los opositores. Se proclama defender la libertad, siempre y cuando alguien esté de acuerdo con la postura oficial. Parece que no hay legisladores capaces y valientes para contradecirle”.
Felipe Arizmendi llamó a los fieles católicos a elegir buenos legisladores, que lleven al país por caminos justos y dignos. “Por tanto, hay que analizar si un candidato respeta la vida, la familia, la educación en valores verdaderamente humanos, la justicia, la reconciliación y la paz, la plena libertad religiosa”.
De manera particular, pidió revisar si el candidato por el que se quiere votar “ha defendido la vida humana desde su inicio en el seno materno, hasta la muerte natural; si vive en una familia estable y la defiende; si le interesa la gente, sobre todo los más desprotegidos, no sólo en tiempos electorales; si cuida el medio ambiente; si es capaz de expresar sus convicciones profundas y no las esconde, aun con el peligro de perder un puesto”.