El presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, cree que el compromiso de la Iglesia contra los abusos es “incuestionable”. Así lo ha recogido en el documento escrito de su discurso inaugural de la Asamblea Plenaria de primavera de los obispos que ha tenido lugar este mediodía. Durante esta semana los pastores españoles se reúnen en formato semipresencial para abordar tanto las cuestiones de la actualidad sociopolítica que afectan a los católicos como diferentes temas de agenda propiamente eclesial, como la aprobación de las líneas de acción pastoral de aquí a 2025.
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Precisamente al referirse a la formación de los seminaristas de acuerdo con las nuevas pautas marcadas por Roma, cuando el arzobispo de Barcelona, escribe que es necesario “es necesario que el sacerdote sea profundamente humano y experto en humanidad para poder ser un fiel servidor de Cristo en los hermanos y prevenir en la formación todo tipo de clericalismo y de futuros abusos ya sean sexuales, de conciencia o de poder”. “El compromiso de la Iglesia en este punto -subrayó a continuación- es incuestionable con las nuevas normas de imputabilidad y la progresiva creación de oficinas para la protección de menores en todas las diócesis”.
Respuesta a las acusaciones
Esta alusión de Omella no resulta nada baladí teniendo en cuenta varios factores. Por un lado, la aprobación el pasado jueves de la ley orgánica de protección a la infancia y la adolescencia que amplía la prescripción de los delitos sexuales. Por otro, la acusación que lanzó ese mismo día la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, contra la Iglesia de ser “cómplice demasiadas veces” de las agresiones a los niños. Y como apostilla, la base de datos sobre pederastia elaborada por el diario ‘El País’ y hecha pública ayer que cuantifica en 816 la víctimas y en 54 los eclesiásticos encubridores en los últimos años.
Diálogo social
En su alocución, el presidente de los obispos españoles defendió además que la Iglesia intervenga en el llamado “diálogo social” antes cuestiones acuciantes que afectan a la ciudadanía, a la vez que aclaró que “no es una empresa, ni un partido político, ni un grupo de presión social, ni un lobby de poder, ni se identifica con ninguna ideología de este mundo”.
Bajo esta premisa, criticó la nueva ley de la eutanasia. Así, reclamó al Gobierno que se destinen “los recursos necesarios” tanto para facilitar “unos dignos cuidados paliativos” como para salir al rescate de “todas las personas dependientes”. “No dejaremos nunca de repetir que no hay enfermos ‘incuidables’ aunque sean incurables”, planteó como alternativa a la reforma legislativa socialista.
Liderazgo global y local
Por eso, animó a los católicos a “ejercer un liderazgo global y local en la cohesión social del mundo y de cada una de sus sociedades” desde la promoción del “el bien común, la fraternidad universal y anunciar el Evangelio de Jesucristo”.
Al analizar la actual emergencia sanitaria, Omella subrayó que el día después va a dejar “un mundo herido, afectado muy desigualmente por la pandemia y, sobre todo, por la crisis económica que ha provocado”. “Una parte muy significativa de la población saldrá de esta crisis en una situación económica y social muy crítica”, advirtió, apoyándose en los cuatro millones de parados, los ERTES… El presidente de los obispos sacó pecho de Cáritas y demás instituciones eclesiales que están yendo más allá del “asistencialismo de emergencia” para apostar por la promoción de los más desfavorecidos.
Colectivos vulnerables
En esta misma línea, invitó a las autoridades públicas a trabajar en defensa de los mayores, de los jóvenes y de los migrantes, con la mirada puesta especialmente en Canarias, “para que no vivamos anestesiados ante el dolor ajeno”. Incluso hizo un guiño a la España vaciada al reivindicar una ecología integral y una economía sostenible.
Por ello, reclamó “dignidad para todos”· y una “necesaria justicia social” frente a las “disputas inertes entre partidos políticos”. Para el cardenal, “no es tiempo para soluciones fáciles y populistas a problemas graves” marcadas por “la consecución de intereses partidistas o su imposición ideológica aprovechando la crisis humanitaria y social que padecemos”.
La verdadera política
Es más, reclamó “reformas estructurales que superen el vaivén de intereses electorales cortoplacistas”. Desde ahí, y en una alusión indirecta a la encíclica ‘Fratelli tutti’, enfatizó que “ahora es el momento para la verdadera política, que sume a todas las partes y que trabaje para el bien común de toda la sociedad y el fortalecimiento y credibilidad de las instituciones en las que se asienta nuestro sistema democrático”.
En clave interna, el cardenal instó a los obispos a que pisen el acelerador para aplicar las reformas del Papa desde tres líneas de acción: la conversión pastoral, el discernimiento y la sinodalidad. Omella respaldó la reciente renovación de los estatutos y estructura de la Conferencia Episcopal, la apuesta por la participación de los laicos “en comunión y corresponsabilidad”, el impulso de la Acción Católica General y la creación del directorio para la catequesis, entre otras medidas.
El presidente del Episcopado Español invitó a sus hermanos “ver y compartir el sufrimiento” de la sociedad española. “No podemos cerrar los ojos ni los oídos”, les alertó dentro del actual contexto pandémico. Con esta premisa les recordó que “interpretar y leer la realidad desde la fe no consiste en elaborar una estrategia para tener éxito, y menos aún un plan de laboratorio”.