Las noches en la Domus Internationalis Paulus VI, la residencia extraterritorial del Vaticano donde se quedaba Jorge Mario Bergoglio cada vez que visitaba Roma cuando era cardenal arzobispo de Buenos Aires, no son tan tranquilas como podría suponerse. El sacerdote Battista Ricca, director de esta suerte de hotel situado en la céntrica calle de la Scrofa, muy cerca de la plaza Navona, ha colocado un aviso recordando a los residentes que deben cumplir con el toque de queda vigente en Italia entre las 22 y las 5 horas para tratar de frenar los contagios de coronavirus.
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“Me parece fuera de lugar y peligroso que haya quien vuelva a casa a las 00:30, a las 02:00 y a las 02:15 de la noche”, advierte en su mensaje Ricca, que aunque asegura ser una persona “muy disponible”, destaca que no tiene por qué levantarse “en plena noche para socorrer a algún hermano que ha tropezado con el rigor de las fuerzas del orden”.
En la calle “de madrugada”
Por ello el director de la Domus Internationalis Paulus VI afirma que, a partir de ahora, quienes vuelvan a saltarse el toque de queda deberán identificarse y explicar por su cuenta qué estaban haciendo “en plena noche o de madrugada”.
Hombre de confianza de Bergoglio, que lo nombró prelado del Instituto para las Obras de Religión (IOR, la banca vaticana), Ricca es además el máximo responsable de la Domus Santa Marta, la residencia situada dentro de los Muros Vaticanos donde vive el papa Francisco y diversos altos prelados de la Curia romana.
Otros tienen sus habitaciones precisamente en la Paulus VI, instituida por san Juan Pablo II en 1999 para acoger a eclesiásticos del servicio diplomático de la Santa Sede o que trabajan en el Vaticano, así como a cardenales, obispos y sacerdotes que están de visita en Roma.
Medidas contra el Covid-19
El pequeño Estado publicó el pasado mes de febrero un decreto con las restricciones para afrontar la pandemia, en el que se imponen sanciones a quienes no cumplan las medidas, como la prohibición de realizar aglomeraciones, la necesidad de mantener la distancia de seguridad y el uso obligatorio de la mascarilla.
Firmado por el cardenal Giuseppe Bertello, presidente de la Comisión Pontificia del Estado de la Ciudad del Vaticano, el decreto preveía inicialmente el despido de los trabajadores que no se vacunaran contra la Covid-19 por “poner en riesgo la salud pública”, aunque el Vaticano aclaró después que no se iba a echar a ningún empleado por este motivo, optándose en cambio por otras medidas.