“La vida religiosa femenina no puede esconder toda esa belleza que ofrecen al mundo. ¡Hay que comunicarlo! No contarlo sería un pecado de omisión”. Este es el punto de partida del trabajo cotidiano de Patrizia Morgante, responsable de comunicación de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG).
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Morgante ha sido la protagonista del Coloquio CONFER de comunicación celebrado esta tarde en formato digital. La periodista se muestra convencida de que “el mundo secularizado necesita la voz de las religiosas, unas mujeres que tejen, que crean puente y que saben dialogar”. “No podemos caer en el tópico de comunicar que las religiosas hacen cosas, sino cómo lo hacen y lo que son, cómo su misión no busca otra cosa que tocar el Misterio”, reflexiona
Abrir canales
“Las mujeres y las religiosas sufren hoy una enorme invisibilidad en la comunicación de la Iglesia”, comenta además Morgante. Aun así, reconoce que, de unos años para acá, la situación ha mejorado, por ejemplo, en lo que a la Santa Sede se refiere a través del portal digital Vatican News. “Nos requieren muy a menudo”, destaca.
Entre los desafíos que se encuentra en su día a día, desde que hace seis años llegara a la UISG, se encuentra la dinamización de los diversos canales de comunicación que ha puesto en marcha la entidad que aglutina a todas las religiosas del planeta. “Contestamos diariamente a todo, porque, de lo contrario, sería terrible”, señala, sobre sus tareas. Desde ahí, tiene claro que “no puedo sustituir la voz de las hermanas, sino crear espacios y estilos propios para que ellas puede comunicar. No es lo mismo comunicar como una religiosa que como una laica”.
Contestar a la prensa
“No contestar a la prensa conlleva que rellenan ese hueco vacío en nuestro nombre”, advierte sobre esa necesidad de estar presente en los medios y de responder a las peticiones de los periodistas. En esta línea también expresa que “como Iglesia tenemos que salir de la idea de lanzar homilías allá donde vamos. La gente que no va a misa no quiere escuchar homilías”.
Para la periodista, urge que las congregaciones se pongan manos a la obra para promover una cultura de comunicación interna y externa, desde el Gobierno general a la comunidad más pequeña y remota. “Hay que invertir en comunicación, no podemos no hacerlo. Aquí se ha dado un salto, pero todavía hay que dar más pasos, porque todavía se sigue nombrando como responsables de comunicación a religiosas que no tienen recursos, no tienen formación o no se sienten llamadas a ello”, apunta.
Continente digital
Sobre la presencia en el mundo virtual, la periodista se rebela a utilizar el término nuevas tecnologías de la comunicación: “Prefiero hablar de un continente digital en el que nos tenemos que mover como si de una misión se tratara. No utilizamos los medios, vivimos y nos movemos en los medios. Por eso, es muy importante la formación”.
“Con una página web institucional no basta”, alerta a los institutos, a quienes recomienda dar un salto para hacerse presente en redes sociales, ofrece contenidos de calidad sobre su carisma aterrizado en el hoy y, sobre todo, historias de la entrega de cada una de las religiosas.
Algunas resistencias
En este sentido, admite que “la resistencia al mundo digital es normal, especialmente en las religiosas más mayores. Para romperlo, tenemos que darlo a conocer y visibilizarlo a todas las hermanas. Sin embargo, la pandemia ha hecho romper muchas barreras”.
Si tuviera que elegir un momento clave en este tiempo, no tiene duda: la Asamblea de la UISG en 2016 en la que el Papa Francisco anunció que abriría una comisión para estudiar el diaconado femenino. “En dos segundos volvió a situar a la UISG en el mapa como nunca antes. Pensé en darle mi sueldo porque había logrado lo que cualquier responsable de comunicación soñaría”, apunta sobre un instante que se convirtió en punto de partida para una mayor presencia en los medios.