‘¿Para quién soy yo?’ es la pregunta que centra esta 25 de abril la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y Vocaciones Nativas. Una propuesta que se desarrolla a partir de la propuesta del papa Francisco para este 4º domingo de Pascua en el que se leen en la liturgia distintos fragmentos del capítulo 10 del evangelio de Juan. Unos textos en los que Jesús se revela como el Buen Pastor. Una llamada al servicio, la que se propone este año, que mira ya a la vuelta a la normalidad y a la reconstrucción tras el coronavirus.
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En España se anima esta celebración universal a través de la Comisión Episcopal para el Clero y Seminarios, la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Obras Misionales Pontificias Pontificias (OMP) y la Conferencia Española de Institutos Seculares (CEDIS). Los prelados de la comisión del ramo, con su propuesta para este año “quieren visibilizar la llamada vocacional y sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de colaborar con la oración y la aportación económica con todas las vocaciones del mundo”.
El mensaje
El propio papa Francisco ilumina este domingo con un mensaje. Firmado el pasado 19 de marzo, en pleno año de san José, el texto tiene como referente al varón justo del hogar de Nazaret. El Papa invita a los sacerdotes y a la vida consagrada a “forjar corazones de padres, corazones de madres; corazones abiertos, capaces de grandes impulsos, generosos en la entrega, compasivos en el consuelo de la angustia y firmes en el fortalecimiento de la esperanza”.
El pontífice invita, este año, a redescubrir al amor como el sueño más alto de la vida de cada persona. “San José se dejó guiar por los sueños sin vacilar”, expone Francisco que pone en valor su capacidad para “cambiar sus planes y arriesgarse, sacrificando sus propios proyectos para secundar los proyectos misteriosos de Dios”. Así, invita a interpretar hoy también esa “llamada divina” como aquella que “impulsa a salir, a entregarse, a ir más allá”. Para Francisco, “no hay fe sin riesgo”, pero invita a afrontar los proyectos de Dios desde el discernimiento.
Francisco comparte en su texto su anhelo de que la Iglesia redescubra “la alegría cotidiana y transparente de la sencillez” como secreto de esa fidelidad: “¡Qué hermoso sería si la misma atmósfera sencilla y radiante, sobria y esperanzadora, impregnara nuestros seminarios, nuestros institutos religiosos, nuestras casas parroquiales!”, concluye.
La oración
Antes que una jornada para la recaudación, la de este domingo se caracteriza por el subrayado que se hace en la oración. Para ello, los organizadores han preparado materiales para organizar una semana, una vigilia y animar la propia celebración eucarística del domingo. Por ello, se recuerda al inicio de la misa: “Hoy la comunidad cristiana está llamada a orar al Señor de la mies para que mande obreros a su mies. Para que no falten en su Iglesia hombres y mujeres que respondiendo a su llamada hagan presentes en sus vidas el amor de Dios. Le pedimos al Señor que suscite entre nosotros vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, que también surjan abundantes en los países de misión, que no les falten los medios necesarios para desarrollarse”.
“Pedimos al Señor para que crezcan las vocaciones entre nosotros, y para que sean muchos los jóvenes que en tierras de misión le digan sí a hacer su voluntad”, apuntan en las anotaciones para la homilía. Y es que el amor de Dios es “un don que es a la vez una tarea, un amor que se recibe, y a la vez un amor que se da, que se entrega con absoluta generosidad. Todas las vocaciones son expresión de él”.