“Hay personas muriendo en los pasillos de los hospitales y, literalmente, en las calles” denuncia el salesiano Rolvin de Mello
“La situación que estamos viviendo en India con esta segunda ola del coronavirus supera cualquier película de terror que se pueda imaginar”. Es el diagnóstico del salesiano Rolvin de Mello desde Bombay. Los datos hablan de cómo se está desbordando la situación ya que la estructura sanitaria no es capaz de asumir la cantidad de contagios y la gestión de los fallecidos.
Los hospitales están totalmente desbordados y los enfermos se acumulan a la entrada de los centros hospitalarios a la espera de que se “libere” una cama, según relatan las entidades con las que trabaja Manos Unidas en el país asiático. “El país está ahora mismo en una situación desesperada”, apunta Ramón Álvarez, coordinador de proyectos de la entidad en Asia.
De Mello ha sido testigo de cómo “hay personas muriendo en los pasillos de los hospitales y, literalmente, en las calles. Hay una gran escasez de medicamentos y de camas hospitalarias y una gran falta de oxígeno. Veo gente corriendo en todas direcciones. Gente que, desesperadamente, intenta salvar a sus seres queridos”. Para el religioso que dirige el Centro Don Bosco de Bombay, la pandemia ha dejado “una situación que supera a cualquier película de terror que se pueda imaginar”.
La preocupación se ha trasladado también al mundo rural donde hay “una inadecuada respuesta médica para frenar la propagación del virus”, el palabras de Tiju Mankottil, el sacerdote director de los Servicios Sociales de los Carmelitas de María Inmaculada. “Dado que las dos terceras partes de la población india habita en zonas rurales, la batalla para hacer frente a la pandemia se presenta allí muy complicada”, advierte.
“En las zonas rurales, más de las dos terceras partes de los trabajadores sanitarios no tienen formación médica, pero son la única opción de asistencia sanitaria para la mayor parte de la población, que acude, también, a prácticas supersticiosas muy arraigadas”, relata. A esto se suma la imposibilidad de guardar un confinamiento por parte de los temperos y que “debido a la Covid-19 estas personas han tenido que permanecer en sus aldeas, lo que les llevará a la pobreza en la época de lluvias”, explica Mankottil.