Francisco ha recordado hoy, tras el rezo del Regina Coeli, que el viernes pasado en Caracas, Venezuela, fue beatificado José Gregorio Hernández Cisneros, fiel laico. “Fue un médico lleno de ciencia y de fe que supo reconocer en los enfermos el rostro de Cristo y, como buen samaritano, les socorrió con caridad evangélica”, ha dicho el Papa, animando a que “su ejemplo nos ayude a cuidar de aquellos que sufren en el cuerpo y en el espíritu”.
Asimismo, Francisco ha recordado que este año, el mes de mayo, dedicado a María, “se caracterizará por el rezo del rosario en 30 de los santuarios marianos presentes en el mundo, con la intención de implorar el fin de la pandemia”. En este contexto ha señalado que “existe una iniciativa que aprecio mucho, la de la Iglesia en Birmania, que nos invita a orar por la paz, rezando un Ave María del rosario cotidiano”. “Cada uno de nosotros se dirige a la madre cuando tiene necesidad o dificultad”, ha señalado el Papa.
Por eso, “nosotros, en este mes, pedimos a nuestra Madre del cielo que hable al corazón de todos los responsables de Myanmar, para que sean capaces de encontrar el camino de la reconciliación y de la paz”. Asimismo, ha expresado su cercanía a Israel ante la tragedia acaecida en Galilea en la que han fallecido 45 personas. “Aseguro mi oración a las víctimas de esta tragedia y sus familiares”.
Del mismo modo, el Papa ha reflexionado acerca del evangelio de este quinto domingo de Pascua, en el que el Señor “se presenta como la vid verdadera y nos habla como los pámpanos que no pueden vivir sin permanecer unidos a él”, ya que “no hay vid sin sarmientos y viceversa. Los pámpanos no son autosuficientes, sino que dependen totalmente de la vid, que es la fuente de su existencia”.
“Jesús insiste en el verbo permanecer”, ha apuntado Francisco, subrayando que “este permanecer no es un permanecer pasivo, un ‘dormirse’ en el Señor, dejarse adormecer por la vida”, sino que “permanecer en el que Jesús nos propone es permanecer activo, y también recíproco”. Pero, del mismo modo, “también Jesús, como la vid con sarmientos, nos necesita”. “El fruto que debemos dar como pámpanos es el testimonio de nuestra vida cristiana. Después de que Jesús ascendió al Padre, es deber de los discípulos continuar proclamando las buenas nuevas del Reino al mundo de palabra y obra”, ha aseverado el Papa. “Y lo hacen dando testimonio de su amor: el fruto a dar es el amor”.
“La fecundidad de nuestra vida depende de la oración. Podemos pedir pensar como él, actuar como él, ver el mundo y las cosas con los ojos de Jesús”, ha aseverado el Papa. “Y así amar a nuestros hermanos y hermanas, empezando por los más pobres y que sufren, como él lo hizo, y amarlos con el corazón y traed frutos de bondad, caridad y paz al mundo”.