El papa Francisco rezo con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, un domingo más, la oración mariana del Pascua del Regina Caeli. Además de comentar el evangelio, el pontífice imploró que Jerusalén vuelva a ser lugar de encuentro, de oración y de paz desde el respeto de la identidad multicultural y plurireligiosa de la Ciudad Santa frente a todo conato de violencia. También condenó el atentado terrorista contra una escuela en Kabul en Afganistán y rezó por la situación en Colombia. También recordó la beatificación del juez antimafia mártir italiano Rosario Angelo Livatino, a quien propuso como ejemplo para todos los magistrados. En el día italiano de la Madre, también felicitó a todas los que lo son en cualquier parte del mundo.
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Dios es amor
Comentando el evangelio día, el mandato del amor (Jn 15,9-17), el papa señaló que Jesús “nos invita a permanecer en su amor para que su alegría esté en nosotros y nuestra alegría sea plena”. Un amor “que se origina en el Padre” y que “como un río, fluye en el Hijo Jesús y a través de Él nos llega a sus criaturas”. “El amor que nos da Jesús es el mismo amor con el que le ama el Padre: un amor puro, incondicional y gratuito –no se puede comprar–. Al entregárnoslo, Jesús nos trata como amigos, dándonos a conocer al Padre, y nos implica en su propia misión para la vida del mundo”, añadió.
“Amar como Cristo ama significa ponerse al servicio de los hermanos, como hizo Él al lavar los pies de los discípulos. Significa salir de uno mismo, desprenderse de las propias seguridades humanas, de las propias comodidades, para abrirse a los demás, especialmente a los más necesitados. Significa ponernos a disposición, con lo que somos y lo que tenemos”, continuó el Papa desarrollando el mandamiento del amor de Jesús. “Esto significa amar no con palabras sino con hechos”, sentenció.
Frente al amor posesivo o enfermizo
Por ello, prosiguió, “amar como Cristo significa decir no a otros ‘amores’ que el mundo nos propone: amor al dinero –quien ama el dinero no ama como Jesús–, al éxito, al poder…” Esto son “formas engañosas que nos alejan del amor del Señor y nos llevan a ser cada vez más egoístas, narcisistas y prepotentes”. Para el Papa “la prepotencia lleva a una degeneración del amor, a abusar de los demás, a hacer sufrir a la persona amada”. “Pienso en el amor enfermizo que se convierte en violencia, y en cuántas mujeres son víctimas de ello hoy en día. Esto no es amor”, reclamó.
En cambio, “amar como el Señor nos ama significa apreciar a la persona que está a nuestro lado y respetar su libertad, amarla como es –no como nos gustaría que fuera–, gratuitamente. En definitiva, Jesús nos pide que habitemos en su amor, no en nuestras ideas, no en la adoración de nosotros mismos –mirando al espejo–; que nos quitemos la pretensión de controlar y manejar a los demás, sino que confiemos y nos entreguemos a los demás, abriéndoles el corazón”, reivindicó.
Finalmente, destacó que “la alegría de sabernos amados por Dios a pesar de nuestra infidelidad nos hace afrontar las pruebas de la vida con fe, nos hace atravesar las crisis para salir mejor”. “En vivir esta alegría consiste nuestro ser verdaderos testigos, porque la alegría es el signo distintivo del cristiano”, sentenció.