Ana María Sánchez es la nueva presidenta de Escuelas Católicas. La superiora provincial de la Congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús fue elegida por unanimidad el 23 de abril. El cargo estaba vacante tras la marcha en 2020 a Roma del salesiano Juan Carlos Pérez Godoy. La religiosa gaditana es licenciada en Matemáticas, diplomada en Ciencias Religiosas, máster en Acompañamiento Espiritual y Discernimiento Vocacional, y experta en Dirección y Gestión de centros educativos no universitarios.
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Además, ha sido directora de varios colegios y de una residencia de protección de menores, docente, coordinadora de pastoral, y directora general de la Fundación Educativa ACI –actualmente es presidenta del patronato–, así como formadora de postulantes, maestra de novicias y delegada de Vida Consagrada de la diócesis de Ebibeyin (Guinea Ecuatorial).
Vida Nueva conversa ampliamente con la mujer que, a dupla con el trinitario Pedro Huerta, actual secretario general, está al frente de la plataforma que integra a 1.976 colegios católicos, en los que se educan 1.216.907 alumnos y trabajan 102.948 personas.
PREGUNTA.- ¿Cómo acoge este servicio?
RESPUESTA.- Lo acojo agradecida, como una nueva oportunidad de realizar un servicio en la Iglesia, de trabajar en comunión con otros, en este momento en que la educación se encuentra con tantos retos. La vida me ha regalado experiencias muy bonitas de compartir con religiosos y laicos de otras familias carismáticas, y espero que esta también lo sea.
P.- La nueva realidad impuesta por la pandemia ha hecho repensar la educación. ¿Qué escuela católica necesitamos hoy? ¿Y qué profesorado?
R.- Necesitamos una escuela que siga siendo fiel a su identidad y a su misión evangelizadora y que responda a las necesidades del mundo de hoy y a las llamadas que nos está haciendo la Iglesia. Una escuela “en salida”, abierta a la realidad, que promueva la acogida, el cuidado mutuo y de la creación, la construcción de una fraternidad universal.
Y necesitamos un profesorado comprometido con esta misión, que encarne en su propia vida los valores del Evangelio, que sepa soñar junto con otros un mundo más justo y más fraterno y ponga su tarea educadora al servicio de este sueño.
La persona en el centro
P.- Francisco ha abanderado el Pacto Educativo Global, pero parece que no todos le escuchan. ¿Cómo puede seguirse impulsando desde la escuela católica?
R.- Como el Papa nos pide, manteniendo el triple empeño de poner a la persona en el centro, invertir nuestras mejores energías con creatividad y responsabilidad y formar personas dispuestas a ponerse al servicio de la comunidad. Uniendo esfuerzos con otros, creando redes, integrando más a las familias, formando a los educadores para que su compromiso sea más rico en humanidad, cultivando la interioridad, promoviendo el cuidado de la Casa común, la acogida y la fraternidad…
Tenemos que comprometernos en la construcción de esa “aldea de la educación” en donde sea posible formar personas capaces de reconstruir el tejido relacional y crear una humanidad más fraterna. Desde Escuelas Católicas nos hemos adherido a este Pacto y lo estamos promoviendo en nuestros centros e instituciones de forma activa.
P.- De puertas para adentro de la Iglesia, ¿es ya cosa del pasado la sospecha desde algunos foros episcopales hacia la vida religiosa sobre la identidad católica de sus centros?
R.- La misión evangelizadora de nuestros centros educativos es nuestra seña de identidad, hay mucho diálogo entre nosotros y la Conferencia Episcopal y voluntad de seguir caminando conjuntamente para garantizar la comunión, la formación y las buenas relaciones entre consagrados e Iglesia diocesana. Ahora más que nunca necesitamos promover la identidad católica de todos los centros educativos de Iglesia, ese debe ser nuestro elemento diferenciador y de calidad, y solo lo alcanzaremos desde la acogida, la integración y los valores que nos son propios.
Libertad de elección
P.- En la pasada campaña electoral en Madrid, los políticos hablaron de educación, pero ¿no da la sensación de que les falta, ideologías aparte, mayor conocimiento de la realidad educativa? ¿Se logrará revertir alguna vez la idea de algunos políticos de que los colegios católicos son centros para privilegiados?
R.- Aún está por alcanzar una educación alejada de la polarización política, eso es lo que realmente está haciendo daño a nuestro sistema educativo. Es importante que se deje de enfrentar la educación concertada con la educación pública, ambas son necesarias y complementarias, porque, entre otras cosas, garantizan la libertad de elección de los padres que propugna nuestra Constitución.
Pero también es importante y necesario que nosotros sepamos mostrar el enriquecimiento que para toda la sociedad supone la apuesta educativa de los centros de ideario católico, especialmente por su compromiso social y de integración, como ha demostrado de una forma clara en toda esta situación de pandemia que vivimos.