El papa Francisco estaba este miércoles encantado de poder volver a celebrar la audiencia general con público en el patio de San Dámaso del Palacio Apostólico del Vaticano. La llegada del buen tiempo y la mejora de la situación de la pandemia en Italia gracias al avance de la campaña de vacunación animaron a Leonardo Sapienza, regente de la Prefectura de la Casa Pontificia, a abandonar las catequesis a puerta cerrada, algo que fue muy celebrado por el Pontífice.
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“No es bonito hablar delante de la nada, delante de una cámara”, confesó Jorge Mario Bergoglio al principio de su alocución tras manifestar su alegría por poder volver a verse cara a cara con los fieles y celebrar la “valentía” de Sapienza. “Me gusta poder veros a todos vosotros. Nos ayuda a rezar unos con otros”, dijo el Papa con una amplia sonrisa a los alrededor de 300 fieles reunidos en el patio de San Dámaso, que llevaban mascarilla y estaban distanciados entre ellos.
“La fe no es fácil”
La catequesis estuvo dedicada al “combate de la oración”. Esta no es “como dar un paseo”, afirmó, destacando que ninguno de los grandes personajes de la Biblia tuvo “una oración cómoda”. Al hablar de ese “combate”, reconoció que también a él le pasa que en ocasiones “escapa” de la oración porque le parece que tiene ocupaciones más importantes. Pero cuando eso ocurre luego toma conciencia de que “esas cosas no eran en absoluto esenciales, y que quizá hemos perdido el tiempo. El Enemigo nos engaña así”.
Francisco señaló que algunas veces “la naturaleza humana se rebela” ante la oración, por lo que se prefiere estar “en cualquier otra parte del mundo” en lugar de en un banco de la iglesia rezando. “Quien quiere rezar debe recordar que la fe no es fácil, y alguna vez procede en una oscuridad casi total, sin puntos de referencia”. Esto se debe a que los peores enemigos de la oración están “dentro de nosotros”.
40 años del atentado a san Juan Pablo II
En esos momentos “de prueba”, los fieles deben recordar “que no estamos solos”, pues hay “alguien que vela a nuestro lado y nos protege”. Francisco puso el ejemplo concreto de un matrimonio argentino cuya hija de 9 años estaba desahuciada debido a una enfermedad y los médicos les dijeron que no iba a pasar la noche. El padre se dirigió entonces al santuario de la Virgen de Luján, patrona de Argentina, y pasó toda la noche rezando, implorando la sanación de la niña. Por la mañana la pequeña se había curado.
“No es una fantasía, es algo real que yo he vivido”, dijo Francisco, destacando cómo la oración “hace milagros, porque va al centro de la ternura de Dios”. Advirtió a los católicos de que cuando pidan una gracia lo hagan “combatiendo”, pues es así como se piden “las cosas serias”. “La oración es un combate y el Señor está siempre con nosotros”.
En su saludo a los fieles en los distintos idiomas recordó que mañana, día de la Virgen de Fátima, se celebra el 40 aniversario del atentado que san Juan Pablo II sufrió a manos del terrorista turco Ali Agca.
Fotos: Pool Aigav