Busca que, sin descuidar los procesos de iniciación cristiana, la catequesis asuma también el catecumenado bautismal, sea conscientizadora, liberadora, crítica de la sociedad actual y constructora de sinodalidad eclesial
La Provincia de Tlalnepantla, una de las 18 que hay en México, reunió el pasado 17 de abril a sus responsables de Catequesis en un taller virtual, a fin de crear conciencia de que el catequista puede ser “el nuevo paradigma de una Iglesia en salida”.
Para lograrlo, las diócesis que conforman esta provincia eclesiástica –Tlalnepantla, Cuautitlán, Ecatepec, Teotihuacán, Texcoco, Nezahualcóyotl, Valle de Chalco e Izcalli– buscan llevar a sus catequistas a desplegar otra forma de vivir más allá del templo, y que, con su ejemplo de vida y testimonio, hagan posible otro mundo más humano y evangélico.
En entrevista para Vida Nueva, el presbítero Israel Valentín González Velázquez, director de la Dimensión de Nueva Evangelización y Catequesis de la Diócesis de Teotihuacán, dio algunos detalles sobre la preparación que recibieron los participantes en el taller.
De acuerdo con el presbítero, se busca que la catequesis cumpla con los siguientes objetivos: que ocupe el lugar que le corresponde dentro de los procesos de iniciación cristiana; que asuma el catecumenado bautismal para los no bautizados y post-bautizados no suficientemente iniciados; que sea conscientizadora, liberadora, crítica de la sociedad actual y constructora de sinodalidad eclesial, y que la preocupación de los obispos y párrocos de la Iglesia no sea sacramentar, sino hacer procesos de fe cristiana para vivir y celebrar los sacramentos.
PREGUNTA.- ¿Cuál es el objetivo de esta formación?
RESPUESTA.- Poner a los catequistas de la Provincia de Tlalnepantla en contacto, comunión e intimidad con el proyecto de Jesús, para recorrer un itinerario de conversión que nos lleve a ser discípulos y misioneros, enfatizando que el paradigma formativo del cristiano se fundamenta en un itinerario y una pedagogía de Iniciación Cristiana (IC), que ayude responder adecuadamente a la llamada amorosa de parte de Dios, que es percibida progresivamente.
P.- ¿Quiénes impartieron el taller?
R.- Algunos miembros que conformamos el equipo provincial de la Dimensión de la Nueva Evangelización y Catequesis, a saber la hermana María Luisa García Martínez (MCP), de la arquidiócesis de Tlalnepantla; el presbítero Maycoreano Pliego Casanova, de la diócesis de Nezahualcóyotl; el presbítero Aarón Palma Avilés, de la Diócesis de Cuautitlán y un servidor. En orden a los temas, así fue la participación.
P.- ¿De qué materiales se apoyaron para el taller?
R.- Nos apoyamos de un corolario de materiales que versaron en los siguientes aspectos. Para la Contemplación del Marco de la realidad de la Iniciación Cristiana en “Pros y Contras al momento de proponer la IC en la pastoral”. Un primer momento del discernimiento fue Comprender con un lenguaje común la IC, así como los aspectos bíblico e histórico, vivencial y vocacional. Un segundo momento del discernimiento fue la IC en el proceso catequético.
Cada exponente preparó su tema desde diversas bibliografías que fueran a responder en su tema.
P.- ¿Cuáles considera usted que son las principales fortalezas de los catequistas de la provincia de Tlalnepantla?
R.- Considero que hoy vivimos inmersos en un cambio de época y un nuevo talante evangelizador, tal como propone el papa Francisco, en una Iglesia en salida. En esa nueva realidad, todo bautizado está llamado a ser evangelizador, junto a sacerdotes y consagrados desde la iniciación para la vida cristiana.
La palabra clave en este taller es la “sinodalidad misionera”, senda que debemos recorrer juntos laicos, presbíteros y religiosos en una misión compartida. Puesto que la sinodalidad quiere ser el camino de la Iglesia en el tercer milenio. Por ello, la sinodalidad es un término nuevo, profundo y simple, donde la misión de la Iglesia debe partir de la calidad relacional de sus miembros para caminar juntos y en comunión. No se diga más en nuestras propias diócesis que formamos esta provincia eclesial que nos ayude a concretar la corresponsabilidad, el ejercicio compartido de responsabilidad entre todos en la diversidad de carismas, vocaciones y funciones.
Y finalmente entender que la iniciación para la vida cristiana comienza con esta frase: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus Caritas Est 1). Por ello, los catequistas deberán comenzar su catequesis desde un proceso kerigmático antes de adoctrinar. Enamorar a los interlocutores de Jesús, el Señor.
P.- ¿En qué aspectos es necesario trabajar con los catequistas?
R.- Se requiere optar por un catequista testigo, comunicador, acompañante y mistagogo, para que mostrándose como testigo de la fe y enviado de la Iglesia anuncie de manera valiente el Evangelio de Jesucristo.
Para este momento se propone: que el catequista desarrolle actitudes de familiaridad, de seguimiento, de salida con Jesucristo, para ir al encuentro del otro; que sea testimonio vivo y de proclamación silenciosa de lo que predica; que sea testigo, compañero del camino y creyente, para mostrar aun con sus limitaciones que tiene razones para vivir y esperar; que sea un evangelizador de la cultura en que vive y se desarrolla, para impregnar los valores del Reino de Dios.
Asimismo, que el catequista sea un comunicador del Evangelio, un alegre misionero; capaz de sintonizar con el lenguaje cotidiano de la vida a sus interlocutores; que sepa asumir y adaptarse a las nuevas tecnologías de la comunicación con competencias de comunicación y acompañamiento.
Para este proceso valdría tomar en cuenta este nuevo paradigma de formación, en el que requiere asumir el modelo catecumenal para convertir en verdaderos discípulos misioneros; partir de la palabra orante y la experiencia litúrgica para encarnar la doctrina evangélica; que su pedagogía y didáctica catequística sea la de Jesús; que la vivencia sacramental se vea reflejada en la celebración dominical; que en el aspecto bíblico esté capacitado para instruir al pueblo de Dios en el conocimiento auténtico de las Sagradas Escrituras.
Además, que el catequista sepa comprender los signos de los tiempos para interpretar los momentos profundos del momento actual; que estudie, asimile y comprenda los contenidos del Ritual de Iniciación Cristiana para Adultos (RICA); que tenga capacidad para dialogar con la sociedad de su entorno con habilidades de acompañamiento; que promueva la excelencia apostólica en una formación propia para catequistas. No teología de seminarios.