“No somos prescindibles ni subsidiarios de nadie”, ha subrayado el secretario general de Escuelas Católicas en la presentación del proyecto ‘Entre todos una’, promovido por SM
“La escuela católica debe seguir siendo reto y respuesta. Pero, sobre todo, debe ser un espacio de encuentro”. Esta ha sido la conclusión de Pedro Huerta, secretario general de Escuelas Católicas, en la presentación de las conclusiones del proyecto ‘Entre todos una’, promovido por SM con el fin de dar respuesta a los principales retos de la educación católica en la actualidad.
El proyecto de SM ha puesto sobre la mesa la realidad de la escuela católica: está afrontando grandes retos, especialmente tras la pandemia del Covid-19, lo cual ha afectado a sus proyectos educativos de manera directa. Para saber cómo se están respondiendo a estos nuevos retos y encontrar la manera de fortalecer la educación evangelizadora, SM ha invitado a más de 100 personas de 50 instituciones educativas diferentes para reflexionar juntos sobre estos temas.
Y es que, tal como ha aseverado Huerta, la escuela católica ha demostrado durante mucho tiempo y, sobre todo, en estos momentos de pandemia, que es capaz de “responder a las necesidades del nuevo mundo”. Un nuevo paradigma que en el que “sin darnos cuenta, ya está aquí”.
Pero, además, Huerta ha apuntado que esta perspectiva de una escuela integradora y capaz de responder a las necesidades de este mundo “coincide directamente con el llamamiento del papa Francisco a participar de un Pacto Educativo Global“.
En cuanto a la dificultad que supone el paradigma actual, Huerta ha afirmado que “de esta solo saldremos mejores si salimos queriendo aportar con creatividad”. Y, en este caso, “la escuela católica no solo debe ser creativa, sino que ha demostrado su voluntad de aportar al sistema educativo”. Por ello, ha subrayado que no es sustituible: “no somos prescindibles ni subsidiarios de nadie”.