“Las redadas israelíes siguen a los cohetes lanzados por Hamas en el territorio de Israel, pero según lo que vemos, las consideraciones de aquellos en los Estados Unidos que han definido la reacción militar del estado judío como ‘proporcionada’ son completamente infundadas”. Son palabras a la Agencia Fides de Giacinto-Boulos Marcuzzo, vicario patriarcal del Patriarcado Latino de Jerusalén. Con ellas, relata su testimonio acerca de los enfrentamientos que, durante la última semana, han tenido lugar en Tierra Santa y que ya han dejado cientos de víctimas, la mayoría de ellas en territorio palestino.
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Los ataques de Israel han afectado también, tal como ha apuntado el obispo, a las familias cristianas que viven cerca de la parroquia católica de la Sagrada Familia, y han causado daños al convento de las Hermanas del Rosario. “Bombardean desde lejos”, explica el prelado. “Entre las más de 100 víctimas se encuentran mujeres y niños. Una vez más, las famosas ‘bombas inteligentes’ hacen daño a todos, sin saber distinguir entre objetivos militares y población civil”.
Marcuzzo ha invitado, a pesar de los mensajes que llegan a través de los medios de comunicación y las redes sociales, a “ver más allá” y analizar la cadena de los hechos que ha desatado esta oleada de violencia en Tierra Santa. “En el fondo de todo”, recuerda el vicario, “está el conflicto entre Israel y Palestina que se ha prolongado durante décadas, y sobre todo la ocupación israelí de los territorios palestinos”. Por este motivo, el prelado está convencido de que, “hasta que se aborden y resuelvan las causas fundamentales del conflicto, una chispa siempre es suficiente para hacer que todo vuelva a estallar”, como ocurrió “con la primera y segunda Intifada”.
Los orígenes del conflicto
Una serie de “circunstancias infelices” han sido las que han provocado el estallido de la violencia en esta ocasión. Primero, la expropiación de sus viviendas a casi 30 familias palestinas en el barrio Sheikh Jarrah de Jerusalén. Poco después, se impidió a los fieles musulmanes llegar a la mezquita de Al Aqsa el último viernes de Ramadán, en la que celebran la fiesta de Laylat al Qadr, conmemorando el momento en el que el Ángel Gabriel reveló al profeta Mahoma el Corán.
Por último, se produjo la ‘marcha de las banderas’ del ‘Día de Jerusalén’, una celebración nacionalista israelí con la que, tal como ha explicado Marcuzzo, “los extremistas recorren anualmente los barrios árabes de la Ciudad Vieja para reafirmar el dominio israelí sobre toda la Ciudad Santa”. Además, el obispo ha subrayado que no se debe olvidar que Israel impidió la celebración de las elecciones palestinas en Jerusalén Este.
Por otra parte, Marcuzzo entiende que la estela del ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, todavía se siente en Israel. Y es que Trum reconoció Jerusalén como capital de Israel, “alimentando el resentimiento entre las poblaciones árabes como la causa de la situación actual” y alterando el Statu Quo. “La tierra de Jesús vuelve a necesitar un milagro”, afirma el obispo.