Bajo el lema ‘Transformar la economía rural es luchar por la justicia social’, el Movimiento de Jóvenes Rurales Cristianos lanza una campaña para salvar el estilo de vida de los pueblos y vencer a la despoblación. El trabajo refleja gran parte del sentir del papa Francisco sobre la economía, la sostenibilidad y el medio ambiente.
Los jóvenes que forman parte de este grupo analizaron cómo viven económicamente los pueblos y su relación con el entorno y la economía mundial. Tras un estudio, compartido a través de las pantallas durante la pandemia, prepararon un documento en el que exponen los principales problemas y cómo derrotarlos.
La principal conclusión es que el capitalismo es el enemigo número uno del mundo rural. Frente a un sistema que sitúa el dinero como termómetro de felicidad y de éxito, el movimiento reclama “trabajar para vivir, situar a las personas por delante de dinero y no fundamentar la vida en el éxito laboral”.
“Más del 60% de lo que se consume en España viene de fuera de nuestras fronteras“, denuncian. Frente a los efectos de esta globalización, el manifiesto defiende “volver a los valores del mundo rural, como la cercanía, el entorno, la solidaridad, la sostenibilidad, la ecología, el compromiso con los demás y la naturaleza…”.
Como fórmula práctica para aplicar estos valores, desde MJRC proponen “el retorno al trueque como forma de intercambio comercial justo y sostenible“. Una de las exigencias para poder intercambiar bienes es precisamente la proximidad, lo que permite alejarse de las multinacionales y poner en el centro a la comunidad y el bien común.
Dejar atrás el capitalismo también significa apostar por un desarrollo ecológico y sostenible. Hoy en día, se vende el crecimiento como medio y fin en sí mismo, “lo que es erróneo y está llevando a empresas hipertrofiadas por un crecimiento irreal e inadecuado, que acaban siendo un riesgo para el mismo sistema”.
Tampoco puede obviarse la justa retribución a los trabajadores, o que se garanticen condiciones laborales dignas. Una economía “que permita la conciliación, el empoderamiento de la mujer, el crecimiento personal y el desarrollo de otras áreas de la vida; donde el dinero esté al servicio de la persona y no al revés“.
Muchas de estas propuestas son el vivo reflejo del sentimiento del papa Francisco. Así, en 2016, dijo a miembros de la Asociación Rural Católica Internacional que “si miramos al mundo rural de hoy vemos claramente que la primacía de la dimensión del mercado orienta acciones y decisiones. ¡Los negocios, primero de todo!”.
“Aún a costa de sacrificar los ritmos de la vida agrícola, con sus momentos de trabajo y de tiempo libre, del descanso semanal y el cuidado de la familia. Para aquellos que viven la realidad rural esto significa constatar que el desarrollo no es el mismo para todo el mundo, como si la vida de la comunidad campesina valiese menos“, lamentó.
También hay ‘deberes‘ para las autoridades, nacionales, autonómicas y locales. “Es necesario invertir en infraestructuras en el mundo rural, que haya una verdadera redistribución de la riqueza a través de los impuestos”, señalan.
A las empresas, el MJRC les pide que “empleen parte de sus beneficios en inversión social, cultural y ecológica”. Además, propugnan la “utilización de recursos realmente sostenibles, teniendo en cuenta su procedencia y el proceso de transformación, cuya distribución sea lo más ecológica posible”.
¿Tiene una aplicación práctica, concreta, toda esta teoría? Esa es una de las preguntas fundamentales para los autores del trabajo. Y la respuesta es “sí”.
Pero, sobre todo, se trata de un trabajo abierto, que busca que quien lo lea reflexione y pueda proponer sus propias ideas o alternativas. Para ello, piden abrir un debate en las redes sociales que mantenga vivo y haga avanzar el proyecto.