“La muerte de los inocentes es signo de que no se quiere construir el futuro, sino de que se quiere destruir”, ha dicho el Papa
El rezo del Regina Coeli de este domingo en la plaza de san Pedro se ha visto marcado por un Papa especialmente afectado por la situación de conflicto que estos días se vive entre israelíes y palestinos. “Sigo con mucha preocupación lo que está sucediendo en Tierra Santa en estos días violentos, sobre todo entre la franja de Gaza e Israel”, ha comenzado Francisco, quien, poco a poco, ha ido mostrando su dolor por unos acontecimientos que, en apenas una semana, han dejado cientos de víctimas inocentes. Muchas de ellas, niños.
“Han caído en una espiral de muerte y destrucción”, ha dicho Francisco. “Muchos inocentes han muerto o han sido heridos, entre ellos, niños”, ha continuado, subrayando que la situación “es terrible e inaceptable”. “Su muerte es signo de que no se quiere construir el futuro, sino de que se quiere destruir”, ha aseverado. Asimismo, el Pontífice ha afirmado que “el aumento del odio y la violencia que está implicando a varias ciudades en Israel, es una herida grave contra la hermandad y la convivencia pacífica entre los ciudadanos, y será difícil que se curen estas heridas si no se abre inmediatamente el diálogo”.
“Me pregunto”, ha dicho el Papa, “el odio y la venganza, ¿dónde nos llevarán? ¿Verdaderamente pensamos construir la paz destruyendo al otro?”. En ese momento, ha exclamado: “En nombre de Dios, que ha creado a todos los seres humanos iguales en los derechos, deberes y dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre sí, hago un llamamiento a la calma”. Asimismo, ha dirigido su petición para que intervengan a aquellos que tienen a “la responsabilidad para que cese el ruido de las armas y se recorra el camino de la paz”, incluyendo, en este punto, la necesidad de “ayuda de la unidad internacional”.
Tras unos instantes de silencio, Francisco ha pedido la oración: “Oremos incesantemente a fin de que israelíes y palestinos encuentren el camino del diálogo y del perdón, para ser pacientes constructores de paz y de justicia, abriéndose paso a paso a una esperanza común”. “Recemos por las víctimas, en especial por los niños”, ha insistido. Y, en ese momento, un Ave María espontáneo iniciado por Francisco ha resonado en la plaza de san Pedro.
Antes del rezo de la oración mariana, el Papa ha reflexionado acerca de la solemnidad de la Ascensión del Señor. Y es que, en el evangelio de hoy, “Marcos nos presenta el último encuentro de Jesús con sus discípulos antes de subir a la derecha del Padre”. “Normalmente las escenas de despedida son tristes. Causan en quien se queda un sentimiento de pérdida, de abandono”, ha explicado Francisco. “Sin embargo, esto no les sucede a los discípulos a pesar de la separación del Señor. Están alegres y preparados para partir como misioneros en el mundo”.
Y es que los discípulos no están tristes por esa separación porque, tal como ha señalado el Papa, “la ascensión completa la misión de Jesús con nosotros. Si es por nosotros que él bajó del cielo, también es por nosotros que asciende después de haber descendido a nuestra humanidad y haberla redimido”.
“Es decir”, ha continuado, “el hijo de Dios toma nuestra humanidad y la redime, y ahora asciende al cielo, llevando con él nuestra carne. Es el primer hombre que entra en el cielo, porque Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre. Nuestra carne está en el cielo. A la derecha del Padre se sienta un cuerpo humano por primera vez”. Asimismo, ha subrayado que, en este misterio, “cada uno de nosotros contempla el propio destino futuro”.
“No se trata de un abandono”, ha matizado Francisco, ya que “Jesús permanece siempre con nosotros”. Y lo hace a través de “la oración, porque él, como hombre, reza al Padre, le hace ver las llagas con las cuales nos ha redimido. La oración de Jesús está ahí, con nuestra carne. Dios, hombre, reza por nosotros, y esto nos debe dar una gran alegría”.
“Por otra parte, el segundo motivo de alegría es la promesa de Jesús”, ha señalado. “Él nos dijo: les enviaré el Espíritu Santo. Y con el Espíritu Santo se realiza lo que había pedido, ir al mundo a anunciar el evangelio. Y esto fue lo que hizo posible que estuviéramos todos aquí. Jesús se fue con las llagas de nuestra salvación, reza por nosotros y nos envía el Espíritu Santo”.
Por último, al finalizar el Regina Coeli, Francisco ha recordado que hoy inicia la Semana Laudato si’. Un periodo especialmente preparado “para educarnos cada vez más a escuchar el grito de la tierra y el grito de los pobres”. “Agradezco al Dicasterio por el Desarrollo Humano Integral, al Movimiento Católico por el Clima, Caritas Internationalis y las numerosas organizaciones que han participado e invito a todos a participar”, ha dicho el Papa.