El jesuita Stan Swamy (84 años), encarcelado desde el 9 de octubre en la prisión de Taloja (Bombay) por defender los derechos de los pueblos indígenas, está ahora enfermo con “dolor de cabeza, fiebre y tos”, síntomas compatibles con el Covid-19. La Compañía de Jesús muestra su preocupación por el posible contagio del religioso que, además, tiene Parkinson en estado avanzado y problemas de audición.
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En la cárcel, completamente abarrotada, hay varios funcionarios que han contraído el virus y se carece de personal médico, como denuncia la Compañía en un comunicado. Además, se han suspendido las visitas y solo se permiten llamadas telefónicas de tres minutos una vez a la semana. Los jesuitas lamentan también que el P. Swamy no haya sido sometido a pruebas diagnósticas ni vacunado a pesar de su edad.
Según Joseph Xavier, SJ, que este sábado 14 de mayo compartió una breve conversación telefónica con Swamy, este dijo sentirse “muy débil”, lo que ha hecho saltar las alarmas, porque “nunca se queja de nada. En los seis meses que lleva en prisión, nunca se ha quejado, a pesar de las evidentes dificultades”.
Liberación “sin demora”
El P. Xavier Jeyaraj, secretario de Justicia Social y Ecología de la Compañía, reconocen que están “profundamente preocupada por el deterioro de la salud de Swamy y de todos los demás acusados en el caso Bhima Koregoan-16. Hacemos un llamamiento a todas las autoridades implicadas en la India para que consideren prioritaria la salud del P. Stan y de los demás presos y los liberen sin demora. Si los hospitales de múltiples especialidades no han sido capaces de proporcionar una atención sanitaria adecuada, ¿cómo van a hacerlo las prisiones? Mantenerlos en prisiones abarrotadas durante la pandemia sería una injusticia criminal y un asesinato de la conciencia judicial colectiva”.
Un grupo de defensores de los derechos humanos, intelectuales, abogados, académicos, personas con altos cargos en la sociedad civil india y defensores de los derechos de las minorías exigen su liberación inmediata, calificando su encarcelamiento de “sentencia de muerte”.
Por su parte, los familiares de los 16 activistas detenidos se quejan de que no se les practiquen pruebas diagnósticas ni se les vacune. “No hay ningún plan en marcha. Incluso el personal de la prisión se está contagiando. Parece que en la cárcel la vida no tiene ningún valor”, afirma la esposa de uno de los detenidos.