El presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, Luis Ángel de las Heras, está convencido de que “no podemos reestructurar solo con criterios humanos de optimización ni desde luego de comodidad”. El obispo de León impartió la conferencia de apertura de la 50ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada, organizada por el Instituto Teológico de Vida Religiosa que ha arrancado esta tarde en formato virtual y que se celebra hasta el próximo sábado.
Para De las Heras, los religiosos “somos fruto de los soplos del Espíritu, no de las derrotas ni de las victorias humanas”. Por eso, puso en valor los esfuerzos de reorganización de estructuras: reforma de provincias, cierre de casas, apertura de proyectos. “Cerrar comunidades en unos lugares debe permitir abrir en otros o reforzar algunos proyectos. Debe significar cambio de moral, de vida que continúa de otro modo”, añadió. “No podemos quedarnos atrás en la propuesta del Papa para la humanidad, tenemos la posibilidad de ser fraternalmente subversivos”, enfatizó.
Desde ahí invitó a los institutos de vida consagrada a “una continua vuelta al amor primero que es Jesucristo”, así como a los escritos de los fundadores para experimentar “una genuina creatividad carismática”. Así puso en valor cómo los religiosos “atesoramos una gran historia que contar” para “construir un futuro que hay que frecuentar sin temor”.
“Hemos de poner el espíritu de donación que hace brotar nueva vida y que viene inspirado por el Señor”, aseveró el prelado, con la mirada puesta en las periferias, “bajando a las cunetas a buscar a los apaleados”. “¡Ojalá nos atrevamos a ser amigos de los pobres”, añadió.
“La vida consagrada es siempre vida consagrada samaritana. Cuando nos descubrimos en otras casas, en otros lugares lejos de los pobres, debemos revisar nuestro camino y nuestro corazón, advirtió. “Es muy fácil acomodarse para recorrer sendas alejadas de Jesús con elaboradísimas justificaciones”, prosiguió en su alerta.
Por otro lado, el pastor claretiano expresó que “no hay ninguna vocación ni forma de vida más importante que otra en la Iglesia, en el santo pueblo fiel de Dios. Cada una de las vocaciones tiene bondades que todos debemos reconocer, admirar y agradecer como don de Dios”.
“El Espíritu está actuando y nos va inspirando a cada paso”, subrayó, para plantear cómo “renueva los caminos de vida y comunión ya trillados, recupera algunos otros olvidados y nos invita a explorar sendas nuevas a través del discernimiento y la sinodalidad”.
Así, De las Heras compartió cómo a veces el camino es aburrido y otras motivante. “Para la vida consagrada, el camino no evoca autocomplacencia, sino donación generosa y gratuita”, expresó, haciendo una llamada a continuación a trabajar mano a mano con otras congregaciones, con los laicos y los pastores, además de una apuesta por la inteculturalidad y una convivencia intergeneracional. “Caminamos con los hermanos y caminos con el Señor”, aseveró, a la vez que hizo un llamamiento a “ensanchar nuestros espacios”.
Al obispo de León le presentó el claretiano Carlos Martínez Oliveras, predecesor de Antonio Bellella al frente del Instituto Teológico de Vida Religiosa.