En 1989 fue el primer artista pop en actuar en el Vaticano ante el Papa interpretando el tema ‘Y te vengo a buscar’ en el Aula Pablo VI
Franco Battiato ha muerto hoy, a los 76 años de edad, en su casa de Milo, un pequeño pueblo de Sicilia. Este cantautor siciliano siempre mostró en sus letras y en sus distintas formas de hacer arte un interés por lo divino y lo humano. En 1989 lloró ante Juan Pablo II mientras interpretaba ‘E ti vengo a cercare’ –’Y te vengo a buscar’– en un concierto en el Aula Pablo VI, convirtiéndose así en el primer artista pop en actuar en el Vaticano.
Las lágrimas de Battiato se sumergieron en un mar de música en la que resonaba una espiritualidad intensa. O, al menos, siempre en la búsqueda. Tal como él mismo reconocía en una entrevista con Irene Hernández Velasco para Jot Down, para el artista “todas las religiones son iguales”. Él mismo había empezado a formarse en misticismo hindú en los años 70. Después, en el sufismo, una corriente espiritual persa que plasmó en sus muchas obras como pintor bajo el pseudónimo Suphan Barzani. “En definitiva: he estudiado y practicado un poco todas las religiones”, apuntaba entonces, dejando ver su especial admiración por Teresa de Ávila y san Juan de la Cruz.
Sin embargo, Battiato no tenía unas palabras tan amables para el papa emérito, Benedicto XVI. Y es que el por entonces cardenal Ratzinger había prohibido al autor de su libro de cabecera, el monje benedictino Jäger Willigis, publicar el libro ‘La esencia de la vida’, donde profundiza en el misticismo a la luz de su propio seguimiento a un mestro zen.
Pero Willigis dejó el monasterio benedictino y publicó el libro. “En el libro habla sobre todo de la mística occidental. Y yo digo: ¿pero no le da vergüenza a Ratzinger? En el libro están el maestro Eckhart, san Juan de la Cruz, santa Teresa de Ávila, madame Guyon… De zen hay solo alguna frase, de vez en cuando… ¿No le parece que Ratzinger y compañía hacen un daño terrible?”, se preguntaba en la entrevista, convencido de que la prohibición del papa emérito venía del “miedo de perder el poder”.
A Francisco sí le tenía en mejor consideración, reconociendo, incluso que le había “atacado un par de veces, y no debería hacerlo más”. Y, sin dejar de afirmar que existían cosas en las que no estaba de acuerdo con el Papa, reconocía que “es divertido, y de alguna manera ha despertado a cierto público”.