“La vida religiosa entronca con el fin principal de la Iglesia. A saber, la santidad. Por eso no es una realidad aislada y marginal”. Con estas palabras ha comenzado Bernardito Auza, nuncio apostólico en España, su saludo a los asistentes a la segunda jornada de la 50ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada, organizada por el Instituto Teológico de Vida Religiosa.
- Únete el jueves 20 de mayo a las V Conversaciones PPC sobre transpandemia y ecofeminismo
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
“La vida consagrada encierra una fuerza que la pone en el camino de la renovación creativa”, ha afirmado Auza. Asimismo, ha resaltado que “muchos religiosos viven la fidelidad a su consagración con espíritu de oración y entrega, mientras que “muchos fieles cristianos son favorecidos con la espiritualidad de los diversos institutos a través de las parroquias, movimientos, escuelas… donde tantos consagrados ejercen su labor pastoral”.
Durante su intervención, el nuncio apostólico ha subrayado el importante valor histórico que ha tenido la vida consagrada en nuestro país. “En España, la vida consagrada ha tenido una incidencia enorme por su vitalidad”, ha dicho. “No solo han salido de España los fundadores de órdenes de importancia, sino que, en su trayecto, la vida consagrada ha servido de reforma en la vida del pueblo de Dios”.
Un nuncio filipino en España
Además, ha subrayado que “el siglo de Oro español contaba con una fuerza dinamizadora de impulso misionero impresionante. ¿Quienes eran, sino, Teresa de Jesús, san Juan de Ávila, Ignacio de Loyola y un amplio etcétera?. ¿Quiénes fueron los protagonistas al frente de la evangelización del nuevo mundo?”
Por último, ha recordado que, precisamente gracias a los misioneros españoles, “Filipinas, mi país, es un poco de España en Asia. Gracias a ellos, hay un filipino nuncio apostólico, que es un producto directo de los españoles en Manila y en Roma”.