“La Vida Consagrada está llamada a ser artesana del cuidado. No hay tregua, la misión es el cuidado”. Así se ha expresado la presidenta de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos (CLAR), Gloria Liliana Franco, en el coloquio ‘Esta generación pide un signo’, en la segunda jornada de la 50ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada, organizada por el Instituto Teológico de Vida Religiosa.
Moderado por Gonzalo Díez, director de la revista Vida Religiosa, el coloquio ha contado con la religiosa de la Compañía de María, que ha reflexionado sobre la “cultura del cuidado”; Teresa Maya, hermana de la Caridad del Verbo Encarnado y expresidenta de la Conferencia de Religiosas de Estados Unidos (LCWR, por sus siglas en inglés), que ha hablado sobre la “cultura de la colaboración”; y Xiskya Valladares, religiosa de la Pureza de María y cofundadora de iMisión, que se ha detenido en la “cultura en la red”.
“El cuidado es un arte que requiere de actitudes vitales, como la paciencia y una disposición permanente a la ofrenda. El cuidado surge de reconocer la existencia del otro, de validar la existencia del otro; es decir, aparece justo cuando nos situamos en la frontera de donde acaba el individualismo”, ha señalado la religiosa colombiana.
Gloria Liliana Franco ha defendido “el cuidado como una forma de existir, de situarse ante la vida. Para nosotros, los consagrados, cuidar de la dignidad humana debe ser el horizonte que anime y oriente nuestra consagración. Nos tenemos que situar en la vida con entrañas de misericordia”. Y ha añadido poniendo el foco en los abusos de conciencia: “Desde la compasión estamos invitados a tejer nuevos estilos de relación, menos invasivos, más capaces de empoderar y hacer que surja lo mejor del otro”.
Para la religiosa de la Compañía de María, “el hoy del mundo requiere ojos abiertos, ensanchar la tienda, la disposición a amar.… Necesitamos convocarnos a un permanente ‘cuida de él'”. Así, ha compartido con los religiosos españoles un decálogo de opciones por una cultura del cuidado que dignifique y abra horizontes de nueva relacionalidad:
Por su parte, Teresa Maya, ha compartido las tensiones vividas años atrás entre Roma y un sector de la jerarquía católica en Estados Unidos con la Conferencia de Religiosas del país. Sin embargo, de estas tensiones supieron discernir de forma comunitaria y “han acabado en momentos de mayor colaboración”.
Según ha afirmado la hermana de la Caridad del Verbo Encarnado, “las religiosas creen en el futuro. No solo lo esperan, sino que lo promueven e invierten en él. El futuro ya está entre nosotras, pero hay que cuidar sus semillas”. Desde su lectura, ha recalcado que “la vida consagrada a la que entramos está acabando, pero no muere, sino que se transforma”.
Al mismo tiempo, sobre la intercongregacionalidad ha advertido que es “una palabra de moda, lo que nos dice que no la estamos viviendo. Es una aspiración, sigue siendo meta”. Además, ha resaltado que las religiosas jóvenes “nos llaman a una intercongregacionalidad”. Aunque “algunos hablan de un suicidio carismático”, la realidad es que “la única manera de cuidar el futuro es la colaboración, que va más allá de lo puntual, porque sabemos que juntas sí se puede”, ha aseverado Maya.
Por último, Xiskya Valladares ha apuntado que la Iglesia es red desde siempre, porque “se inicia en una pequeña red: Pentecostés”. Asimismo, ha apostado por que “la cultura en red nos lleve a colaboraciones intercongregacionales que nos permita llevar adelante proyectos de evangelización”. Además, ha detallado los cinco retos que la vida religiosa tiene en el continente digital: