“A morir, siempre tienen que ir los hijos de los pobres”. Es el grito desconsolado de Santiago Agrelo, arzobispo emérito de Tánger. “Mañana, si hay tragedia, y ya la hay, todos los buenos hijos del poder se lavarán las manos, y cuanto mayor sea la tragedia, menos agua necesitarán: el poder, a un lado y otro de esa frontera, siempre se consideró legitimado para matar –el Tarajal guarda memoria de ello–”, lamenta el religioso franciscano ante la situación en Ceuta, con la entrada de 8.000 migrantes desde Marruecos.
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Desde su perfil de Facebook, el prelado comparte un texto titulado ‘Cosas que guardar en el corazón’, unas reflexiones con las que denuncia que a aquellos que “la legalidad marroquí nos envió en frío, la legalidad española los devolverá en caliente. Legalidad inicua. O, como diría san Francisco, desvergonzada ‘inequidad’”.
Agrelo señala que entre Estados soberanos lo lógico es que “a los problemas que puedan surgir se les busque una solución por cauces políticos, diplomáticos, cómplices del buen entendimiento”, porque “se supone que los dirigentes de esos Estados soberanos son gente razonable, gente fiable, gente madura, gente de buena voluntad, gente que ama la justicia y el derecho”. Eso, al menos, “se supone…”.
Sin embargo, “lo que en estos días está sucediendo en la frontera hispano-marroquí no deja en buen lugar a los que se supone debieran ser razonables interlocutores de ambos Estados”, remata el fraile franciscano.
Los pobres como arma
Para Agrelo, “sin pudor se utiliza a los pobres degradándolos de la condición de personas con derechos inalienables a la condición de cosas, de mercancía, de arma, que el poder utiliza para su propio beneficio”. Y agrega: “Sin pudor, olvidada la dignidad inalienable de esas personas, se les anima a morir, porque eso le trae cuenta a quien los deja pasar una frontera y a quien no los deja entrar en la otra”.
“A esos chicos del agua, a esos ‘mojados’, a esa humanidad utilizada por unos y otros para hacerse una guerra a la que ellos nunca van, nadie les preguntará qué buscan, qué necesitan, qué podemos hacer para que ejerzan su derecho a buscar una vida digna, en libertad, respetada”. “Y como nada de esto puedo entender –continúa–, me toca guardarlo, como las cosas de Dios, en el secreto del corazón”.
Sánchez y Marlaska, en Ceuta
Policía, Guardia Civil y Ejército están desplegados en la frontera para evitar la entrada de más personas por la plata del Tarajal. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se encuentra desde esta tarde en Ceuta junto al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. El líder socialista ha cancelado un viaje a París para una cumbres sobre África y ha declarado que la integridad territorial de España será garantizada “con todos los medios necesarios”.
Esos medios necesarios de los que habla Sánchez son, incluso, devoluciones en caliente, pues España ya ha devuelto a 2.700 personas al otro lado de la valla. Eso sí, ninguno menor de edad, como ha reconocido tras el Consejo de Ministros el propio Marlaska, que ha evitado pronunciarse sobre la dejación de funciones de Marruecos a raíz de la atención médica que se le presta en un hospital de Logroño al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali.