Francisco cita en su catequesis a la distracción, la aridez y la pereza como las grandes dificultades para la oración e invita a los fieles a “conocerlas y localizarlas” para conseguir “superarlas”
“Rezar no es fácil”. En la audiencia general que presidió este miércoles en el patio de San Dámaso del Palacio Apostólico del Vaticano, el papa Francisco reconoció que existen “muchas dificultades” en la oración, por lo que los fieles deben “conocerlas y localizarlas” para lograr así “superarlas”.
Entre los problemas que enumeró citó primero a la distracción. “Comienzas a rezar y luego la mente gira por todo el mundo, tu corazón está aquí, pero la mente allá”, dijo Jorge Mario Bergoglio, reconociendo que a la mente humana “le cuesta detenerse durante mucho tiempo en un solo pensamiento”.
Al hablar de “la vigilancia” como herramienta para combatir las distracciones recordó a santa Teresa de Ávila, que llamaba “la loca de la casa” a la imaginación que nos impide centrarnos en un pensamiento concreto. “Es como una loca que te hace dar vueltas, debemos pararla y enjaularla con la atención”, propuso el Papa.
Luego hablo de “la aridez”, de los momentos en de desolación marcados “por una gran pesadez”. Bergoglio destacó que es normal tener “días grises” en los que nos sentimos “desconsolados”, para advertir a continuación que el verdadero peligro es tener “el corazón gris”, como le ocurre a algunas personas que “no pueden rezar” ni tampoco “sentir la consolación”. El corazón debe estar en cambio “abierto y luminoso”.
La tercera dificultad que citó el Pontífice en su catequesis es “la acedia”, la pereza, que consideró “una auténtica tentación contra la oración y, más en general, contra la vida cristiana”. Recordó que se trata de uno de los siete pecados capitales, porque “alimentado por la presunción, puede conducir a la muerte del alma”.
Finalmente abogó Francisco por “perseverar en los tiempos difíciles”, lo que supone el “verdadero progreso de la vida espiritual” más allá de la “multiplicación de los éxtasis”. Ese es el camino que muestran los santos, que también pasaron en sus vidas por “este valle oscuro”.