La Conferencia Episcopal Puertorriqueña, que preside Rubén González Medina –también obispo de la ciudad sureña de Ponce– aprobó sin disensiones una declaración en la que se consigna que, ante los crímenes ocurridos “hiere profundamente ver brotar las lágrimas en nuestro pueblo” y que “su grito sube hasta el cielo”. Así ha sido el contundente mensaje ante el estremecimiento en el país por la violencia de género, en especial por asesinatos horrorosos recientes.
- Únete el jueves 20 de mayo a las V Conversaciones PPC sobre transpandemia y ecofeminismo
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Ante ese cuadro, la Iglesia no puede andarse con medias aguas y se decidió reiterar que están al servicio de la lucha por erradicar la violencia contra las mujeres todos los recursos, desde agentes de pastoral y catequesis, recursos educativos, liderato de movimientos sean laicos u ordenados, y profesionales para consejería, espacios para acogida y refugios. Además, se dispuso dar apoyo para las instituciones e iniciativas que luchan por proteger a las víctimas y por “educar para replantear el respeto a la integridad del ser humano”.
Los más recientes desastres que han desatado la agitación en el país fueron los asesinatos de dos mujeres; el cadáver de una de las cuales, parcialmente calcinado, apareció a finales del mes pasado y, poco después, fue encontrado el cadáver de otra en la Laguna de San José, cerca del Aeropuerto Luis Muñoz Marín. Por el segundo caso, el de una joven embarazada, ha sido acusado el famoso boxeador Félix “el diamante” Verdejo, quien ahora enfrenta un juicio en el que el Departamento de Justicia de Estados Unidos se reserva la posible pena capital.
La necesidad de enfrentar la violencia de género es tema de intensa discusión pública y se debaten ideas que van desde hacer más fuertes las leyes hasta la posibilidad de currículos educativos que promuevan el respeto a la dignidad y los derechos a la diversidad. No faltan tampoco en la discusión las voces que insisten en el debate entre ideologías y puntos de vista –científicos o no– así como los ataques entre unos y otros por temas como la religión, las políticas públicas y las creencias sobre temas como el sexo y las identidades.
“Una mirada sistémica”
Ante tanta diversidad de voces, los obispos puertorriqueños plantearon que hace falta “que se le dé una mirada sistémica” al problema. Puntualizaron, además, que se debe tener en cuenta, como fuentes que desatan la violencia en la intimidad de la gente, la “frustración que sienten las personas frente el empobrecimiento y la falsa ilusión de felicidad de una sociedad desenfrenada en el consumismo”.
Pero junto con ese análisis del contexto socio económico, hay que identificar los “patrones machistas” y buscar la “sanación de la figura masculina”, así como atender el problema a largo plazo que siembran los “maltratos ocurridos en la infancia” que se dejan sin resolver. Además, los obispos piden que se mire el problema de “la violencia social institucionalizada” y los factores como el alcoholismo y las drogas narcóticas.
En su carta, los obispos claman a Dios, “especialmente a través de la Virgen María, mujer, madre, portadora y testigo de la vida plena”, que el país trabaje para “reaprender el verdadero sentido del valor humano, de la mirada de Dios sobre el misterio de toda persona, de lo que se trata ser hombre y mujer en su sentido más hermoso y generador de la vida”.