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Margarita Saldaña: “La vida consagrada está llamada a la compasión hacia quienes la historia arrincona en la invisibilidad”

Como parte de la familia espiritual de Carlos de Foucauld, la teóloga ha participado en la Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada





“¿Por qué no podemos ver lo invisible? ¿No será por nuestro exceso de visión?”. Así ha comenzado Margarita Saldaña, teóloga y miembro de la familia espiritual de Carlos de Foucauld, su intervención en el coloquio ‘Estáis en el mundo pero no sois del mundo’, que ha tenido lugar en el marco de la tercera jornada de la 50ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada, organizada por el Instituto Teológico de Vida Religiosa. “La vida consagrada y la secularidad consagrada, ¿acaso estarán llamados a ser en la Iglesia signos visibles de una presencia invisible?”, se ha preguntado.



“El hecho de afirmar que el cristianismo es una religión de revelación y equivale a afirmar que los cristianos creemos que Dios quiere y puede manifestarse al mundo“, ha explicado, añadiendo que la doctrina de la revelación “en el fondo arranca del problema de si Dios es un Dios mudo y lejano, que escapa de toda posibilidad de conocimiento, o si es un Dios que se revela al mundo”. En esta línea, Saldaña se ha mostrado partidaria de que “Dios ha elegido un camino de revelación que respeta el límite de la criatura, pero que, al mismo tiempo, la invita a descubrir la plenitud original a la que está llamada”.

“En Europa sabemos que llevamos décadas sintiendo la fragilización de la Iglesia y de la vida consagrada”, ha afirmado, haciendo un llamamiento, primordialmente, a la humildad. “En esa conciencia aguda y realista de nuestra propia fragilidad es donde el Dios invisible puede manifestarse como madre, padre de los pobres, defensor de los pequeños”. Asimismo, ha subrayado la posibilidad de que “en esta hora de la historia”, la vida consagrada esté llamada “a dejar atravesar nuestra debilidad por la fuerza de Dios y de paso la fecunde, pero a su paso y a su manera”.

Por este motivo, ha animado a, “en lugar de quedarnos llorando a las puertas de los sepulcros por el esplendor de nuestro protagonismo pasado, que tal vez haya desaparecido para siempre“, y en lugar de “perder el tiempo buscando otros brillos”, dejar “que la luz pascual vaya abriéndose paso, poco a poco, en medio de nuestras tinieblas”. “La vida consagrada está llamada a una compasión cada vez más profunda hacia aquellas personas a quienes la historia va arrinconando en la invisibilidad”, ha aseverado. “Nuestra vida consagrada, pequeña y pobre, se convierten en cauce de los que también son pequeños y pobres, viviendo con ellos.

Una visión cristiana del mundo

En el coloquio ha participado también Lucio Arnáiz, responsable regional de los Sacerdotes del Prado, quien ha hecho hincapié en la necesidad de no perder la visión cristiana del mundo. “Qué lectura hagamos del mundo es una cuestión nuclear para nuestra misión”, ha dicho.

“No siempre aceptamos hacer una lectura cristiana del mundo”, ha continuado. “Corremos, a veces, el peligro de mundanizarnos, pero también de demonizar el mundo, como si fuese solamente el cúmulo de todos los males”, ha afirmado, explicando, sin embargo, que “el mundo no es un lugar maldito del que Dios está ausente. Pero tampoco es el lugar idílico que pensó para el hombre. Es el lugar donde nos sorprende, donde se hace el encontradizo y nos llama a colaborar con él”.

Por este motivo, Arnáiz ha aseverado que la vida consagrada está llamada a tres grandes puntos:

  1. Hacer una lectura cristiana del mundo
  2. Ser signo de los consejos evangélicos en el ejercicio cotidiano del ministerio presbiteral.
  3. Significar la especial vinculación en la iglesia local, en un entorno determinado.

Nuevos estilos de comunidad

Finalmente, la misionera del Verbum Dei Teresa Rodríguez Arena, ha reflexionado acerca de la posibilidad y viabilidad de nuevas comunidades cristianas al estilo de los primeros pasos del cristianismo. “La Iglesia fue llamada, desde su inicio, a ser y vivir en comunión”, ha afirmado.

De esta manera, ha abierto la puerta al estudio de “instituciones con diversidad de miembros, con distintas vocaciones: vida contemplativa, secular, hombres y mujeres célibes, clérigos, laicos… Con un proyecto de vida común evangélica y un mismo servicio apostólico” a la imagen “de las primeras comunidades cristianas”.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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