Bajo el título de ‘Conmigo lo hicisteis’, la Subcomisión de Acción Caritativa y Social de la Conferencia Episcopal invita a los cristianos a proclamar su fe en la Solemnidad del Corpus Christi, que se celebra el próximo 6 de junio
“En este tiempo de pandemia, con la convicción de que el Señor camina con nosotros, celebramos la Solemnidad del Corpus Christi, en el que estamos haciendo de las dificultades del momento una gran oportunidad para tocar las llagas de Cristo”. Así comienza el mensaje de los obispos de la Subcomisión de Acción Caritativa y Social de la Conferencia Episcopal Española con motivo del Día de la Caridad 2021, que se celebra el próximo 6 de junio.
Bajo el título de ‘Conmigo lo hicisteis’ –“Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40)–, los prelados, en “estos ‘tiempos recios’, donde se necesitan amigos fuertes de Dios, invitan a recuperar el sentido de nuestra vida sabiéndonos frágiles y necesitados de salvación. Una necesidad que se hace concreta en la vida de cada día, en la projimidad, en la cercanía, en la fraternidad y en la esperanza cristiana que brotan de la Eucaristía”.
Así, “en estos tiempos singulares en los que se están tomando iniciativas excepcionales para evitar y detener el contagio de un virus trágicamente mortal, todos percibimos cómo se hacen esfuerzos para proteger a las personas, a las familias, incluso a las diversas realidades laborales, de los trágicos zarandeos que han herido especialmente a los vulnerables y más empobrecidos, abriendo, así, caminos a la esperanza”, recalcan ofreciendo tres claves para vivir esta jornada: adoración, fraternidad y entrega.
“Estar cerca de los pobres, los más vulnerables, los niños, los enfermos, los discapacitados, los ancianos, los tristes y solos, los agobiados por la pesadumbre de la existencia nos cansa, bien por lo abrumador y desbordante de tantas situaciones, bien por la fragilidad que nos descubren en cada uno, bien porque nos enfrentan a nuestra debilidad”, señalan. Por eso, “la Eucaristía nos ofrece el don de poder amasar de forma inseparable la caridad y la vida de los pobre”.
Del mismo modo, añaden: “Él, por medio del amor hecho servicio hasta el extremo, ofreciendo su vida, ha llevado a plenitud el valor de la dignidad humana haciéndonos hermanos y adentrándonos en el misterio de la donación. Esta caridad, corazón de nuestra fe y de la propia solemnidad del Corpus Christi, nos lleva a poner en las manos del Dios, que nos ha amado tanto que nos ha entregado a su propio Hijo, todo lo que somos y lo que tenemos, especialmente nuestras pobrezas y fragilidades y nos mueve al amor fraterno”.
Según los obispos, “la pandemia está dejando tras de sí muchas vidas rotas y profundas heridas que, sin embargo, están siendo cicatrizadas gracias al fomento de los lazos de colaboración, ayuda mutua y redes comunitarias que brotan de la fraternidad en una comunidad que sostiene”. En este sentido, alaban a los “discípulos misioneros de Jesucristo en Cáritas, las personas que hacen posible el servicio de la caridad en las parroquias o en otras instituciones caritativas de la Iglesia durante las veinticuatro horas del día”.
Los prelados reconocen y agradecen “este servicio generoso, al tiempo que animamos a que sean muchos más los cristianos que se comprometan con los más pobres y excluidos de nuestra sociedad”. “Cáritas –continúan–, con sus trabajadores y equipos de voluntarios, hace cada mañana que las fronteras y los muros se concreten en la dimensión universal de la caridad”.
En la misiva, invitan a los fieles a proclamar su fe y hacer “de las parroquias, comunidades, oratorios y de nosotros mismos, custodias del Cristo que comulgamos como expresión de nuestro amor agradecido y fuente de bendición para muchos”.
“En el contexto de esta pandemia, el día del Corpus Christi, día de la Caridad, el Señor, con su Cuerpo entregado y su Sangre derramada, nos urge a la esperanza”. “Hoy –agregan–, al adorar al Señor en el Pan Eucarístico, nos adentramos en el dinamismo del gozo, la alegría y la esperanza que necesita nuestro mundo. Una esperanza que brota de la presencia de Cristo en el mundo y entre nosotros, de sus salidas a los caminos de este mundo sufriente por los estragos del coronavirus para convocar a todos a la alianza del Espíritu”.
Para los obispos, “hoy, al adorar el cuerpo sacramental, nacido de la Virgen María, se aviva el dinamismo de nuestra fe, amor y esperanza; nos adentramos en la verdad y la novedad del testimonio apostólico”. Y concluyen: “Nos ponemos en las manos de la Sagrada Familia de Nazaret, Jesús, María y José, en ese hogar donde se fraguaba cada día la caridad, con pensamientos, palabras y obras y pedimos al Señor que nos encuentre dignos de su presencia por haber hecho con nuestro prójimo ejercicio creíble de la caridad”.